La ejecución de Zhang Bo y Ye Chengchen en Chongqing, China, ha generado un profundo impacto en la opinión pública del país. Ambos fueron condenados a muerte por tirar a los hijos de Zhang desde un decimoquinto piso, un acto que conmocionó a toda la nación.
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El trágico suceso ocurrió en noviembre de 2020, cuando Zhang, presionado por su pareja Ye, decidió acabar con la vida de sus dos hijos, de tan solo 1 y 2 años de edad, para poder formar una nueva familia. Los detalles del caso revelan una trama de manipulación y coerción por parte de Ye, quien instó a Zhang a cometer el crimen para poder casarse con él sin la presencia de los niños.
El plan macabro se llevó a cabo cuando Zhang estaba solo con los pequeños en su domicilio. Tras el terrible acto, Zhang intentó aparentar que se trataba de un accidente, pero más tarde confesó su participación en el crimen planificado junto a Ye.
La ejecución de Zhang y Ye se suma a la de Wu Xieyu en Fuzhou, quien también fue condenado por el asesinato de su madre en 2015. Estos sucesos subrayan la rigurosidad del sistema judicial chino, que mantiene la pena de muerte para varios delitos graves.
China, que ejecuta a más personas al año que el resto del mundo combinado, considera la cifra exacta de ejecuciones como un secreto de Estado. La pena capital, dictada por tribunales provinciales, debe ser revisada por el Tribunal Supremo antes de su ejecución.