Con la reciente inclusión de Suecia como miembro número treinta y dos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se escribe un nuevo capítulo en la historia de la seguridad europea. Este acontecimiento, oficializado en Washington mediante la entrega del protocolo de adhesión, marca el fin de más de dos siglos de política de neutralidad militar de Suecia. La decisión, tomada en el contexto de la creciente tensión en el este de Europa, subraya un cambio radical en la política de defensa y exterior del país nórdico.
La adhesión de Suecia a la OTAN no solamente simboliza el cierre de su larga era de neutralidad sino que también representa un fortalecimiento significativo para la Alianza, especialmente en lo que respecta a su influencia en la región del Báltico. Con Suecia dentro de la OTAN, la alianza asegura una presencia unificada de los países nórdicos, consolidando su defensa colectiva y restringiendo estratégicamente el acceso marítimo de Rusia, particularmente hacia San Petersburgo y Kaliningrado.
Este paso estratégico ha sido aplaudido por Jens Stoltenberg, Secretario General de la OTAN, quien destacó cómo la inclusión de Suecia contribuye a fortalecer la organización a nivel global. La ceremonia oficial de bienvenida, incluyendo el izado de la bandera sueca en Bruselas, simboliza el comienzo de esta nueva era de colaboración.
El camino para la adhesión de Suecia a la OTAN ha estado marcado por un notable consenso político dentro del país, con cambios en la postura de algunos partidos políticos hacia la alianza, en respuesta a las cambiantes dinámicas de seguridad, particularmente tras el conflicto en Ucrania.
Con un ejército de 25.000 soldados, una industria militar avanzada y la mayor fuerza aérea de la región nórdica, Suecia no solo aumenta la capacidad defensiva de la OTAN sino que también aporta un valor estratégico significativo con la isla de Gotland, clave para el control naval en el Báltico.
Relación entre Suecia y la OTAN
La relación entre Suecia y la OTAN ha evolucionado gradualmente a lo largo de tres décadas, con Suecia participando activamente en misiones de paz y ejercicios militares bajo el marco de la Alianza. Este acercamiento, acelerado por la anexión de Crimea por parte de Rusia y la consiguiente agitación en Ucrania, culminó en la solicitud formal de adhesión de Suecia, un proceso que, aunque retrasado por las negociaciones con Turquía y Hungría, finalmente tuvo un desenlace positivo.
La adhesión de Suecia a la OTAN, siguiendo los pasos de Finlandia, representa una expansión geográfica para la alianza así como un compromiso con la estabilidad y seguridad en Europa y otros países, reflejando la adaptación a la realidad geopolítica actual.