Xavier Colás, corresponsal con más de una década de experiencia informando desde el corazón de Moscú, ha sido obligado a abandonar Rusia de manera abrupta. La decisión de las autoridades de no renovar su visado de trabajo ha llegado con poco aviso, concediéndole apenas 24 horas para dejar el país, un acto que pone en evidencia la creciente hostilidad hacia el periodismo independiente en la nación.
Colás utilizó su cuenta de X, antes Twitter, para anunciar su marcha forzada, ofreciendo una mirada introspectiva a su labor periodística en Rusia. En sus palabras se refleja un compromiso inquebrantable con los principios del periodismo: contar la realidad tal cual es, dar voz a los afectados por las políticas gubernamentales y señalar a los responsables. Su mensaje destila una firme convicción en la necesidad de un periodismo audaz, capaz de informar sobre el poder sin temor y sobre la ciudadanía con respeto y precisión.
En su publicación, el periodista escribía: «Después de 12 años informando desde Moscú las autoridades rusas han rechazado a última hora renovar mi visado de periodista y sólo he contado con 24 horas para salir del país, dejando atrás demasiado. No me arrepiento de nada. Simplemente he hecho mi trabajo: he contado lo que pasa, he hablado con la gente que sufre por culpa de ello y he explicado quiénes son los responsables de lo que sucede. Un corresponsal tiene que ser alguien que escribe sin miedo sobre el gobierno como si el gobierno no le vigilase y que al mismo tiempo escribe con cuidado sobre gente corriente como si de verdad pudiesen leerle al día siguiente. Nunca al revés. Los propagandistas de la Z intentan presentar nuestras informaciones desde Moscú sobre la opresión como una muestra de que no hay opresión. De vez en cuando se cierra el círculo y queda al descubierto su engaño. Una vez más. Seguimos adelante. Por el mismo camino».
Hechos de esta índole, destacan la precaria situación de la libertad de prensa en Rusia, donde el gobierno ha intensificado su esfuerzo por controlar la narrativa mediática y suprimir las voces disidentes. La expulsión de Colás representa en primer lugar, un ataque personal contra un periodista, además de servir como mensaje intimidatorio hacia la comunidad periodística internacional, dejando ver los riesgos a los que se enfrentan aquellos que buscan contar la verdad en contextos autoritarios.
La expulsión del periodista ha generado una ola de solidaridad entre compañeros periodistas y defensores de la libertad de expresión alrededor del mundo, quienes ven en el caso de Colás un ejemplo de las adversidades a las que se enfrenta la prensa en países donde la libertad de informar es continuamente restringida. Este acto ha sido condenado como una violación flagrante a la libertad de prensa, crucial para el mantenimiento de sociedades democráticas y abiertas.