Un espeluznante suceso ha sacudido Moscú este viernes, con un grupo de individuos armados que irrumpieron en la sala de conciertos Crocus City Hall, en el noroeste de la capital rusa, desatando una masacre que ha dejado un saldo casi definitivo de 143 muertos y 145 heridos, según informes del Servicio Federal de Seguridad.
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Los atacantes, vestidos con prendas de camuflaje y portando metralletas, abrieron fuego indiscriminadamente contra los asistentes al concierto, desatando el caos y la tragedia. Las fuerzas especiales de la Guardia Nacional de Rusia han sido desplegadas en el lugar para hacer frente a la situación.
Las autoridades rusas han iniciado una investigación para determinar la naturaleza del ataque, considerándolo un posible acto de terrorismo. Mientras tanto, un violento incendio ha consumido una parte considerable del edificio, requiriendo la intervención de los servicios de bomberos.
La Dirección Principal de Investigación rusa ha abierto una causa penal por un posible ataque terrorista, respaldada por declaraciones de la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Maria Zajarova, quien también ha sugerido motivaciones terroristas detrás del suceso.
Como medida de precaución, los principales aeropuertos de Moscú han reforzado sus medidas de seguridad, implementando controles más rigurosos en los accesos y perímetros de las instalaciones.
Este trágico incidente ocurre apenas dos semanas después de que la Embajada estadounidense en Moscú alertara sobre un riesgo «inminente» de ataque terrorista en la capital rusa, instando a evitar grandes concentraciones de personas.
Desde Washington, el portavoz de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, ha expresado sus condolencias a las familias de las víctimas y ha descartado la implicación de Ucrania en el tiroteo. No obstante, se espera una mayor colaboración entre las autoridades estadounidenses y rusas para esclarecer los hechos.