Las elecciones regionales celebradas este domingo en los estados federales alemanes de Turingia y Sajonia han otorgado al partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) su primer triunfo electoral desde su fundación en el año 2013.
En Turingia, la AfD ha alcanzado cerca del 33% de los votos, superando por casi diez puntos al partido conservador de la CDU; mientras que en Sajonia, los democristianos han conseguido una reñida victoria con el 32% de los votos, apenas un punto por delante de la AfD. Un resultado que confirma lo que las encuestas vaticinaban: el renacimiento de la ultraderecha en un país construido sobre los escombros del nazismo.
Ante los resultados obtenidos, el canciller alemán Olaf Scholz ha solicitado al resto de formaciones políticas la implementación de un cordón sanitario contra los “extremistas de derecha” para impedir que la AfD forme parte de los gobiernos regionales. “Nuestro país no puede y no debe acostumbrarse a esto. AfD está haciendo daño a Alemania. Está debilitando la economía, dividiendo a la sociedad y arruinando la reputación de nuestro país”, destacó Scholz.
Sin embargo, la AfD no ha sido el único partido populista y radical que ha triunfado en las urnas este domingo, pues la joven coalición Sahra Wagenknecht (BSW) se ha posicionado como la tercera fuerza política en Turingia y Sajonia, con más del 15% de los votos en el primer estado y cerca del 12% en el segundo. Un partido todavía difícil de definir que combina un discurso económico aparentemente de izquierdas con una postura conservadora y reaccionaria en el ámbito social, y que disimula poco su simpatía por la antigua y autoritaria RDA.
De modo que la suma de los votos de los “azules” (AfD) y los “rojipardos” (BSW) alcanza más de un 40% en Sajonia y cerca de un 50% en Turingia, creando un escenario donde la ingobernabilidad parece un peligro inminente.
El peligro de la ingobernabilidad
Dados los resultados del domingo, la formación del “cordón sanitario” al que hizo referencia Scholz parece una alternativa viable en Sajonia, donde la CDU podría reconsiderar la actual ‘Coalición Kenia’ que incluye a conservadores, socialdemócratas y verdes. Pues un pacto con la WSB, por antinatural que parezca, sería una forma efectiva de impedir que la ultraderecha entre en el gobierno.
Sin embargo, en Turingia el panorama es bastante más complicado, ya que la AfD cuenta con un tercio de los escaños, lo que implica que sus votos son necesarios para introducir cambios en la constitución regional o para nombrar a los jueces del Tribunal Constitucional de Turingia, entre otras medidas. De modo que la cooperación con la ultraderecha resulta necesaria para evitar un bloqueo institucional en la región.
A este respecto, el líder de la AfD, Björn Höcke, ha expresado que “quien quiera estabilidad en Turingia debe incluir a la AfD. Cualquier coalición sin la AfD no hará ningún bien a este estado”, invitando así al resto de fuerzas políticas a negociar una posible coalición.
Un fenómeno político difícil de revertir
Más allá de que la AfD consiga o no una participación en los gobiernos regionales de Turingia y Sajonia, su éxito en las elecciones del domingo marca un antes y un después en la historia alemana, cuyas secuelas podrían sobrepasar el contexto local. Pues dichos resultados electorales, que sirven de antesala a los comicios nacionales de 2025, reflejan claramente el declive de la actual coalición de gobierno formada por socialdemócratas, verdes y liberales.
Con los liberales del FDP fuera de ambos parlamentos regionales, los verdes fuera de la representación en Turingia y los socialdemócratas del SPD con los peores resultados electorales de su historia (7% en Sajonia y un 6% en Turingia), el gobierno del canciller Olaf Scholz se enfrenta a un fenómeno político difícil de revertir.
La fórmula del triunfo de la AfD
Por otra parte, resulta llamativo que el primer triunfo de la ultraderecha en Alemania desde el final de la Segunda Guerra Mundial haya tenido lugar precisamente en la región donde los nazis obtuvieron por primera vez representación en 1930. Sobre todo, tomando en cuenta que las instituciones de la actual República Federal Alemana se crearon con el objetivo de recordar los horrores del nazismo para así deslegitimar el surgimiento de nuevos proyectos políticos similares.
Sin embargo, la historia de la guerra y de la RDA parece un simple capítulo del temario de historia del instituto para el numeroso grupo de jóvenes a los que se atribuye en gran medida el triunfo de la AfD. Un distanciamiento histórico que coloca sobre el escenario político alemán a una figura abiertamente reaccionaria como la de Björn Höcke, líder de la AfD y antiguo simpatizante del partido neonazi NPD.
Un líder conocido por su postura abiertamente reaccionaria y por el arrollador carisma que acompaña sus propuestas revisionistas de la historia y del Holocausto, motivo por el cual la Oficina de Defensa de la Constitución de Alemania ha clasificado a la AfD como un partido político de extrema derecha.