lunes, octubre 7, 2024
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Fray Carlos Molina, desde Nazaret (Israel): «Vivimos lo que está ocurriendo con dolor y todos queremos la paz»

En declaraciones exclusivas a ESTRELLA DIGITAL, uno de los franciscanos que custodia los santos lugares que hay en Israel analiza cómo el componente religioso juega un papel fundamental en esta zona de conflicto y cuenta cómo están viviendo la guerra entre Israel y Hamás

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Fray Carlos Molina es uno de los frailes franciscanos que viven en Israel como custodios de los santos lugares que se encuentran en la considerada ‘Tierra Santa’ para la religión cristiana.

Y es en aquellas tierras de Oriente Medio, punto de encuentro entre las religiones cristiana, musulmana y hebrea, donde están asistiendo en estos momentos a una nueva escalada del conflicto entre Hamás e Israel, «un conflicto que ha tenido repercusión a lo largo de todo un año y que ahora se está extendiendo a otros territorios».

En una entrevista exclusiva concedida a ESTRELLA DIGITAL, fray Carlos Molina nos cuenta cómo está viviendo la comunidad franciscana la ‘nueva’ guerra que se está produciendo en la zona desde aquel fatídico 7 de octubre de 2023 en el que Hamás desencadenó esta nueva oleada de violencia en la región y del que hoy, precisamente, se cumple un año.

Franciscanos Israel
En Nazaret, donde reside fray Carlos Molina, hay un 70 % de musulmanes y un 30 % de cristianos. (Foto: C.M.).

Y también nos traslada cómo la están viviendo los cristianos que residen en territorio israelí, que son tan sólo un 1,5 % de la población del país, aunque en la localidad en la que él ejerce su labor pastoral (Nazaret) hay un 70 % de musulmanes y un 30 % de cristianos.

«Ya estamos acostumbrados al sonido de las sirenas antiaéreas y a recluirnos en lugares seguros»

Él en concreto desarrolla su labor pastoral «dentro de la comunidad latina de Nazaret, con sede parroquial en las dependencias del convento franciscano de la misma localidad», explica.

Nazaret es la ciudad más importante del país, con 9.000 fieles que acuden a ella. Esta parroquia está situada en la parte antigua de Nazaret, en la región de Galilea, al norte de Israel, una de las zonas que están siendo objeto de bombardeos por parte de Hezbolá.

Por la ubicación de esta población, próxima a la frontera con Líbano y a los Altos del Golán, sus habitantes (alrededor de 75.000 musulmanes y cristianos), «ya están habituados al sonido de las sirenas antiaéreas y a recluirse en los refugios que tienen en sus propias viviendas«, prosigue.

Basilica Nazaret Israel
Nazaret es la ciudad más importante del país, con 9.000 fieles que acuden a ella. (Foto: M.D.R.).

Pero «estar acostumbrados al terror y a la destrucción que implica una guerra tan cruenta como ésta, y que lleva décadas ‘asentada’ en la zona, no quiere decir que sus habitantes no deseen vivir en un país seguro y tener tranquilidad», algo que, por el momento, parece inviable.

En esta nueva escalada del conflicto «se está empleando un armamento bélico mucho más sofisticado»

A diferencia de anteriores escaladas del conflicto, fray Carlos Molina explica que en esta ocasión «se está empleando un armamento bélico mucho más sofisticado y que, por primera vez está cruzando las fronteras», aspecto éste que resulta clave para la intensificación de la guerra entre Israel y Hamás, e Israel y Hezbolá (en Líbano).

Armamento Hezbola Guerra Israel
Hezbolá está empleando misiles de crucero, drones con explosivos o cohetes de corto y medio alcance, según las Fuerzas de Defensa de Israel.

Por ello, la comunidad franciscana, desde el punto de vista cristiano, está «viviendo con dolor» lo que está ocurriendo «en una tierra santificada por la presencia del hijo de Dios y que debería vivir en paz… pero eso no está sucediendo porque no hay paz, no hay unidad y no hay camino fraterno en la Tierra Santa», se lamenta.

En el conflicto hay varios factores en juego, según explica: «El factor político territorial, la vertiente política diplomática y la parte religiosa, porque Oriente Medio se apoya en la religión, es tradicional».

«Cuando la religión degenera en fanatismo, se convierte en radicalismo»

Y es precisamente en el componente religioso donde se producen los fanatismos. «Cuando la religión degenera en fanatismo -añade- y se pisotea la esencia de las creencias religiosas… es cuando se convierte en radicalismo, que anula a la persona, se aleja de la fe y se dejan de lado los valores esenciales del hombre, y eso nunca debería ocurrir».

«Los extremismos religiosos, los deseos de poder exacerbados, esos odios que ya forman parte de la idiosincrasia de estas tierras -dice con tristeza- se están anteponiendo a la vida de las personas, y eso es lo que destruye países y comunidades» como, desde hace décadas, está sucediendo en esta región de Oriente Medio.

Una región en la que «los cristianos -aclara- no tenemos nada que ver ni con unos ni con otros [en clara referencia a las posturas que adoptan judíos y musulmanes]; nosotros queremos vivir en esta tierra, y queremos habitarla porque es la tierra de Jesús».

Basilica Anunciacion Nazaret Israel
Basílica de la Anunciación en Nazaret. (Foto: M.D.R.).

«La población civil quiere vivir sin miedo»

«Queremos vivir en esta tierra en paz», reclama. «Y mantener las tradiciones, el respeto a las diferentes religiones y la espiritualidad de los santos lugares, en nuestro caso, para poder vivir en paz», insiste.

Ellos, los franciscanos, continúan con sus celebraciones religiosas, a pesar de los bombardeos y aunque el número de fieles ha disminuido por las actuales circunstancias del conflicto bélico; continúan custodiando los santos lugares a pesar de tener que protegerse en cierto momentos en lugares seguros «cuando suenan las sirenas», como hacen todos los civiles que viven en Israel, en los territorios palestinos y en Líbano.

Pero, al preguntarle sobre cómo están viviendo esta nueva oleada del conflicto, asegura que «no es la primera vez» que han pasado por esta situación y, «aunque hay peligro, el objetivo principal es mantener la misión en nombre de la Iglesia, proteger las piedras vivas, que son los cristianos, y estar presentes para ayudar a los más necesitados de cualquier confesión religiosa».

Él lleva 27 años en Israel y no tiene entre sus planes salir del país. «La población civil confía en la seguridad que les proporciona el Estado de Israel«, y pone como ejemplo la Cúpula de Hierro (el sistema móvil israelí de defensa aérea contra proyectiles), «pero ellos quieren tranquilidad, vivir en paz, construir sus casas sin el temor de que acaben destruidas, que sus hijos vayan a la escuela y sus jóvenes a la universidad para poder ver el futuro con esperanza». En definitiva, y así concluye, «lo que quieren es vivir sin miedo».

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