Tras extensas negociaciones, la COP29, celebrada en Bakú, Azerbaiyán, culminó con un acuerdo histórico que compromete a los países desarrollados a movilizar 290.000 millones de euros anuales (300.000 millones de dólares) en financiamiento climático hasta 2035. Un acuerdo que el presidente de la conferencia, Mukhtar Babayev, calificó como «el mejor posible», destacando que marca un avance significativo en los esfuerzos globales para apoyar a las naciones en desarrollo frente a los devastadores efectos del cambio climático.
La financiación aprobada representa un incremento de 50.000 millones de dólares respecto al borrador inicial, «un importante avance» en relación con los objetivos previos de financiación climática que la presidencia de la COP29 espera «desbloquee una nueva ola de inversión global».
El acuerdo alcanzado en Bakú llega en un momento en que diversas organizaciones ecologistas, como Ecologistas en Acción, Greenpeace y SEO/BirdLife, habían expresado su preocupación por el rumbo de las negociaciones, puntualizando que los países en desarrollo necesitarán entre 5 y 6,9 billones de dólares hasta 2030 para cumplir sus compromisos climáticos, lo que equivale a «aproximadamente un billón al año». Una cifra acorde con la propuesta por el grupo independiente de expertos de la ONU, que estima que las necesidades de los países en desarrollo ascienden a 1 billón de dólares al año hasta 2030 y a 1,3 billones para 2035.
Todo ello, sumado a la preocupación de dichas organizaciones ecologistas por la ausencia de «garantías» para los países empobrecidos y, específicamente, para las 130 naciones del Sur global que enfrentan una situación «como mínimo crítica» gracias a la combinación de su deuda externa y el impacto del cambio climático.
No obstante, pese a las críticas y las exigencias, se alcanzó una declaración final luego de dos días de intensas negociaciones lideradas por la presidencia de la conferencia. «Cuando el mundo llegó a Bakú, la gente dudaba de que Azerbaiyán pudiera cumplir con sus compromisos. Dudaban de que todos pudieran estar de acuerdo. Se equivocaron en ambos aspectos», declaró Mukhtar Babayev, enfatizando que el acuerdo «convertirá miles de millones en billones durante la próxima década».
Además, Babayev celebró también que la COP29 haya sentado las bases para mantener el objetivo climático global de limitar el calentamiento a 1,5 °C: «Hemos cambiado para siempre la arquitectura financiera mundial y hemos dado un paso importante para proporcionar los medios necesarios para lograr un objetivo de reducción de 1,5 °C», declaró el presidente de la conferencia.
Otro logro destacado del acuerdo fue la activación del Fondo para Pérdidas y Daños, un mecanismo de demanda histórica por parte de los países en desarrollo que estará operativo en 2025 y distribuirá recursos a pequeñas islas, países menos adelantados y naciones africanas que enfrentan desastres climáticos agravados por el calentamiento global.
Guterres y Stiel opinan sobre los logros y desafíos de la COP29
Por su parte, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha reconocido la importancia del acuerdo alcanzado en la COP29, pero no ha ocultado sus expectativas más ambiciosas. En este sentido, Guterres celebró el pacto como «una base sobre la que seguir avanzando» y destacó la necesidad de cumplir las promesas «en su totalidad y a tiempo».
Durante su valoración, el secretario general de las Naciones Unidas llamó a la implementación inmediata de «nuevos planes nacionales de acción climática que abarquen toda la economía», con un enfoque alineado al límite de 1,5 grados de calentamiento global. Un objetivo que, según Guterres, requiere del liderazgo esencial de los países del G20, especialmente en la aceleración de la eliminación de los combustibles fósiles, aunque siempre considerando de forma «justa» las responsabilidades diferenciadas de los países emisores.
Asimismo, el líder europeo destacó también la urgencia de abordar compromisos relacionados con el Pacto para el Futuro, en particular aquellos desafíos financieros vinculados a la deuda y al papel de los bancos multilaterales de desarrollo. Unas instituciones que, según Guterres, deben desempeñar un papel central en la movilización de recursos para garantizar que los acuerdos alcanzados en Bakú se conviertan en acciones concretas y sostenibles.
Mientras tanto, el secretario ejecutivo de la ONU sobre el Cambio Climático, Simon Stiel, valoró el acuerdo como «una póliza de seguro para la humanidad», destacando que su eficacia dependerá de que las promesas se cumplan de forma rápida y completa. En este sentido, Stiel señaló que el camino hacia el consenso ha sido arduo y que «ningún país logró todo lo que quería», aunque considera que el pacto igualmente permitirá ampliar los beneficios de la energía limpia, incluyendo más empleos y un crecimiento económico más inclusivo.
De esta manera, Stiel elogió los avances logrados en Bakú, pero dejó claro que aún queda mucho trabajo por delante. «No es momento de dar vueltas de honor», afirmó el secretario ejecutivo, recalcando que el ritmo de acción global debe acelerarse y que el esfuerzo conjunto debe intensificarse en los años venideros para enfrentar el desafío climático de manera efectiva.