El dictador venezolano, Nicolás Maduro, confirmó una intervención directa en el Catatumbo al anunciar que el ministro del Interior, Diosdado Cabello, ya se encuentra en la zona operando bajo la excusa de “apoyar al pueblo” luego de que el número de desplazados de esta región aumentara a 50.000.
El mandatario declaró ante los medios que se encuentran combatiendo “grupos delincuenciales financiados con droga, desde Colombia por el paramilitar, Álvaro Uribe, uno de sus cuadros principales delincuenciales que ellos han protegido por años y lo convirtieron en uno de sus héroes (…) Tenemos que liberar todo el territorio nacional. Ya Diosdado (Cabello) se encuentra al frente de todos estos procedimientos y operativos”, concluyó sobre el tema.
La región del Catatumbo, ubicada en el noreste de Colombia, enfrenta una de las crisis humanitarias más graves de su historia reciente ya que durante los últimos meses, la violencia entre grupos armados ilegales ha provocado una crisis humanitaria debido a la intensificación de enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), lo que ha dejado más de 70 de muertos y comunidades enteras en estado de terror.
La crisis en el Catatumbo no solo tiene un componente interno, sino que se ve agravada por la porosidad de la frontera con Venezuela. Según informes, grupos armados han encontrado refugio en territorio venezolano, utilizando la zona fronteriza para reorganizarse y regresar a Colombia con mayor fuerza. Por su lado, según fuentes consultadas por ESTRELLA DIGITAL, la población evita discutir sobre temáticas de seguridad y derechos humanos por “miedo a represalias de la dictadura” y la región se encuentra en desinformación debido a la crisis interna venezolana que trae consigo cortes prolongados de servicio eléctrico.
Una región atrapada en el conflicto
El Catatumbo, una zona estratégica debido a su ubicación fronteriza con Venezuela y su alto potencial para el narcotráfico, ha sido históricamente un territorio disputado por grupos armados. A pesar de múltiples esfuerzos gubernamentales para recuperar el control de la región, la presencia de actores ilegales sigue siendo dominante.
Desde mediados de enero de 2025, los enfrentamientos han obligado a miles de familias a huir hacia Cúcuta, Tibú y Ocaña, los principales epicentros de la crisis. Según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, más de 46.000 niños y jóvenes han quedado fuera del sistema escolar, mientras que comunidades indígenas como los Yukpa y Barí enfrentan un riesgo inminente de desplazamiento.
Uno de los detonantes más graves de la escalada de violencia fue la masacre de una familia en la vía Tibú-Cúcuta el 15 de enero, lo que desató una ola de asesinatos selectivos contra líderes sociales, civiles y firmantes del Acuerdo de Paz. Desde entonces, se han registrado al menos 80 muertos en la región, en su mayoría víctimas del fuego cruzado o de ajustes de cuentas entre los grupos armados.
El ministro de Defensa colombiano, Iván Velásquez, ha señalado que la situación actual es consecuencia del abandono estatal y la falta de inversión social en la región. “La situación del Catatumbo es realmente crítica, pero que sus orígenes son consecuencia (…) de un abandono estatal que por décadas ha sufrido esta región del país”, afirmó en declaraciones recientes.
Conmoción y respuesta militar
Ante la gravedad de la crisis, el Gobierno colombiano ha decretado el estado de conmoción interior, lo que permitirá desplegar al Ejército con mayores recursos y atribuciones para retomar el control de la región. El comandante del Ejército, Luis Emilio Cardozo, anunció la puesta en marcha de una ofensiva militar que busca asegurar áreas estratégicas y garantizar el retorno seguro de los desplazados.
Mientras el conflicto continúa, miles de familias han abandonado sus hogares con lo poco que pudieron llevar consigo. En Cúcuta, las autoridades han habilitado albergues temporales para recibir a los desplazados, pero los recursos son insuficientes ante la magnitud de la crisis.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha hecho un llamado urgente a la comunidad internacional para que brinde asistencia a los desplazados y apoye soluciones de largo plazo para la región.
¿Qué sigue para el Catatumbo?
A pesar de los esfuerzos gubernamentales y la presión internacional, la crisis en el Catatumbo no muestra señales de mejora en el corto plazo. La presencia de grupos armados, la falta de oportunidades económicas y la ausencia de un verdadero plan de desarrollo sostenible siguen siendo los principales obstáculos para la paz en la región.
El reto para el gobierno colombiano parece ser enorme: además de restablecer el orden, deberá garantizar que las comunidades afectadas puedan regresar a sus hogares con seguridad y acceder a condiciones dignas de vida. De lo contrario, el Catatumbo podría seguir siendo un epicentro del conflicto armado en Colombia, perpetuando el ciclo de violencia y desplazamiento forzado.