lunes, febrero 10, 2025
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Venezolanos en Estados Unidos: «El americano promedio no quiere a los migrantes»

En declaraciones a ESTRELLA DIGITAL, Juan Pablo Villasmil, investigador del Centro para una Sociedad Libre y Segura en Washington D.C., explica que la percepción negativa hacia Trump en este ámbito no es necesariamente producto de una política inédita.

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La política migratoria en Estados Unidos siempre ha sido un tema de intenso debate, pero la administración de Donald Trump ha sido particularmente controvertida en su enfoque durante este segundo término presidencial, ya que al anunciar el fin del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), ha generado críticas y debates sobre la forma en que se trata (o maltratan, según consideran algunos) a los inmigrantes. 

Según Juan Pablo Villasmil, investigador del Centro para una Sociedad Libre y Segura en Washington D.C., la percepción negativa hacia Trump en este ámbito no es necesariamente producto de una política inédita, sino del tono y la estrategia comunicacional con la que abordó el tema desde su primera campaña presidencial.

“Trump, con su controvertido discurso, se distinguió dentro del partido republicano y, en la imaginación de muchos americanos, se convirtió en un revolucionario. Sin embargo, no está rompiendo con la historia americana. No es un debate nuevo. Bill Clinton deportó a 12 millones de personas en dos períodos, George W. Bush a 10 millones, y Trump, en un solo término, deportó a 1.5 millones”, explicó Villasmil a ESTRELLA DIGITAL.

En contraste, una fuentes de la industria inversionista destacan a este medio que esta administración parece tener como objetivo principal una política de “golpear primero y luego, reunir las piezas”, donde Trump realiza declaraciones impactantes sobre nuevas medidas para, seguidamente, reunirse con mandatarios y llegar a un acuerdo más balanceado, “sin consideraciones por el miedo y estrés” que generan sus declaraciones en los ciudadanos. 

A pesar de que las deportaciones han sido una constante en varias administraciones, Villasmil destaca que el mensaje sobre la inmigración ha cambiado en la última década. “En las grandes ciudades, se creía que Estados Unidos podía ser un país sin fronteras, pero el americano promedio no quiere a los migrantes, principalmente por argumentos económicos y culturales”, señala. 

Las consecuencias del fin del TPS para los venezolanos

La reciente decisión de no extender el TPS para los venezolanos ha generado preocupación y confusión entre la comunidad migrante. Se estimó que alrededor de 600.000 venezolanos podrían verse afectados, enfrentando un futuro incierto en el país.

“El fin del TPS significa que estas personas están en un estado de limbo, lo cual muchos no veían venir”, advierte Villasmil. No obstante, ambas fuentes coincidieron en que existen alternativas legales que podrían explorar para evitar la deportación. “Pueden buscar otras oportunidades migratorias parecidas al TPS, como el Convention Against Torture o visas de empleo. La percepción de algunos americanos es que se ha abusado del TPS para permanecer en EE.UU., pero esta medida no debería ser definitiva”.

En cuanto a la respuesta de la comunidad venezolana en Estados Unidos, algunos se encuentran en estado de pánico, pero permanecen fieles seguidores del mandatario republicano a pesar de esta decisión. “Ha sido una reacción muy emocional y fuerte, pero hay suficiente tiempo para hacer algo al respecto y conseguir protecciones legales”, afirmó Villasmil.

¿Podría haber un cambio de postura del Gobierno?

La posibilidad de que la administración de Trump reconsidere la extensión del TPS o implemente otra medida de alivio migratorio no está descartada. “Existen facciones internas dentro del gobierno que están empujando distintos programas de migración, mientras que otras están en contra”, explicó Villasmil.

En las últimas semanas han surgido debates entre figuras influyentes como el empresario Elon Musk y el ex-asesor de Trump, Steve Bannon. “Bannon cree que la migración debe detenerse por seis meses para reconstruir el sistema migratorio. Los venezolanos están en una situación particular y el gobierno no ha cambiado su postura frente a Maduro. Esto puede ser más que todo una decisión simbólica para demostrar las consecuencias de abusar del sistema”, opinó Villasmil, mientras que la segunda fuente es de la opinión de que “estos empresarios no deberían participar en la política solamente por tener gran poder económico, porque da el mensaje de que ‘Todo se puede comprar’”.

Doral, un nuevo desierto

El fin del TPS también podría traer consecuencias económicas para ciudades con alta población venezolana, ubicadas en el sur de EE.UU. “Si deportas a todos los venezolanos de Doral, sería una catástrofe”, expresó Villasmil.

Además, la incertidumbre sobre su futuro genera un fuerte impacto psicológico en las familias venezolanas. “Muchas de estas personas no quieren volver, sienten que fueron expulsadas por amenazas contra su vida y han empezado a construir su futuro en otro país”, comenta. 

Una consecuencia destacada por la segunda fuente es el impacto en el mercado económico de los negocios latinoamericanos para latinoamericanos, debido a la pérdida de una clientela importante, por lo que sus ingresos se verán disminuidos y “esos establecimientos deberán encontrar la manera de mantenerse a flote”. Así como también las consecuencias en sectores de mano de obra y agricultura. Para 2019, la comunidad latina representaba un 47% en la industria obrera y 23% en la agricultura, mucho antes de que medidas como el TPS fueran otorgadas y exacerbaran las cifras. “Los campos se van a quedar prácticamente vacíos y muchos de estos trabajadores se sienten menospreciados por el Gobierno, a pesar de ser legales”, finalizó este informante.

En última instancia, el destino de los beneficiarios del TPS dependerá de las decisiones políticas en los próximos meses y de los recursos legales que puedan aprovechar. Entretanto, la mayoría de la población migrante opina que “el sueño americano ha muerto” al enfrentar un período de incertidumbre y tensión, en un país donde el debate sobre la inmigración sigue siendo un tema central en la agenda política.

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