La central nuclear de Chernóbil ha vuelto a acaparar la atención internacional en las últimas horas tras el ataque de un dron que, en la madrugada del pasado viernes 14 de febrero, impactó contra el sarcófago metálico que protege al reactor número 4 de la central ucraniana, el mismo que en abril de 1986 explotó provocando la peor catástrofe nuclear de la historia.
Tras el ataque, el Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA) ha confirmado que la situación en Chernóbil sigue bajo control y que, hasta el momento, no se ha detectado un incremento en los niveles de radiación. Sin embargo, el incidente ha reabierto de manera inevitable un inquietante debate: ¿qué tan vulnerable es realmente la zona y qué consecuencias o implicaciones podría llegar a tener un ataque de esta naturaleza en un futuro?
En este sentido, fuentes expertas a las que ha tenido acceso ESTRELLA DIGITAL explican que, como el aparato no tripulado únicamente logró perforar la cubierta exterior de la estructura, no existe ningún riesgo real de fuga de radiación, ya que el sarcófago funciona como una barrera física de contención. No obstante, bajo el supuesto de un ataque futuro, aseguran que, dependiendo de la magnitud del impacto, la estructura podría llegar a perforarse por completo, permitiendo que se libere más radiación de la que ya afecta a los animales y plantas que, con el pasar de los años, han conseguido adaptarse y recuperar cada palmo de suelo deshabitado.
Asimismo, las fuentes especializadas en cuestión subrayan que, además de la magnitud, la localización del impacto juega un papel fundamental. En esta ocasión, el ataque se produjo en el tejado del edificio, lo que ha evitado el aumento de los niveles de radiación dentro de la estructura. En cambio, si el impacto ocurriera en otro sector, cuya ubicación preferimos no revelar por razones de seguridad, este podría llegar a interferir con los sistemas de refrigeración y circulación de agua, provocando graves alteraciones en la presión y la temperatura interna, lo que, a su vez, desencadenaría un aumento significativo de los niveles de radiación.
Bajo este contexto, los expertos consultados por ESTRELLA DIGITAL coinciden en que, más allá de las dudas técnicas que pueden existir en torno a una materia tan compleja como la actividad nuclear, la verdadera pregunta es: “¿Por qué los responsables decidieron que el dron impactara en el tejado en lugar de en una zona de mayor riesgo?”. Y es precisamente aquí donde entran en juego las diversas interpretaciones políticas y estratégicas que se pueden realizar en torno al ataque, ya que, pese a la insistencia de Moscú en negar su responsabilidad sobre lo ocurrido, todo parece apuntar a Rusia como gran artífice del ataque.
En este sentido, si nos guiamos por la descripción que hizo Zelenski de su país vecino, calificando a Rusia como “el único país del mundo que ataca este tipo de emplazamientos, ocupa centrales nucleares y hace la guerra sin tener en cuenta las consecuencias”, resulta inverosímil creer que la localización del impacto en el tejado haya sido fruto del desconocimiento o de la ausencia de un plan premeditado. Por el contrario, parece más razonable pensar en el ataque como una advertencia o una maniobra del Kremlin para recordar a Ucrania su poder y su disposición de llevar a cabo acciones de esta naturaleza si fuera necesario.
Sin embargo, independientemente de si se trata de una amenaza deliberada o de un simple error de cálculo, lo cierto es que el ataque pone de manifiesto la persistencia de los riesgos asociados a la central nuclear de Chernóbil. Un sitio emblemático que sigue representando un peligro inminente, ya que no existe forma de detener la emisión de radiación proveniente del reactor, relegando así todas las esperanzas a las labores de contención y vigilancia como únicas herramientas viables para prevenir futuros ataques que, sin duda, representan una amenaza para la seguridad global.
Ucrania denuncia el impacto de un dron ruso en la central de Chernóbil