En un movimiento significativo en la lucha contra el crimen organizado, el Gobierno de Estados Unidos ha decidido designar a varias organizaciones criminales, incluidas bandas mexicanas y pandillas transnacionales originarias de Venezuela y El Salvador, como Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés), conforme a la sección 219 de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA).
La medida, que tiene implicaciones en las relaciones internacionales y la política de seguridad, fue firmada por el secretario de Estado, Marco Rubio, el 6 de febrero de 2025, y se hará efectiva el 20 de febrero de 2025, cuando se publique oficialmente en el Registro Federal.
Las organizaciones incluidas en esta designación abarcan una amplia gama de grupos de crimen organizado de alto perfil, entre los que se encuentran el Tren de Aragua (con base en Venezuela), la Mara Salvatrucha (MS-13) (originaria de El Salvador), el Cártel de Sinaloa, el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), los Cárteles Unidos, el Cártel del Noreste (CDN), el Cártel del Golfo (CDG) y La Nueva Familia Michoacana (LNFM). Esta lista refleja la creciente preocupación de Estados Unidos por el impacto que estos grupos tienen no solo en la seguridad nacional, sino en la estabilidad global.
¿Cuáles son las implicaciones de esta medida?
La designación de estas organizaciones como Organizaciones Terroristas Extranjeras significa una serie de sanciones y restricciones severas. Entre ellas se incluye la prohibición de proporcionar cualquier tipo de apoyo material, financiero o logístico a estas entidades, lo que afectará tanto a las organizaciones como a sus miembros y colaboradores.
Las consecuencias de esta designación también permitirá a las agencias gubernamentales de Estados Unidos fortalecer su cooperación internacional con países aliados en la persecución de los miembros de estas bandas, tanto dentro como fuera del territorio estadounidense.
Este movimiento marca un cambio notable en la política de seguridad de Estados Unidos, dado que, históricamente, las designaciones de terroristas extranjeros se centraban principalmente en grupos extremistas con ideologías políticas o religiosas. Esta ampliación de la definición de ‘terrorismo’ refleja un enfoque más amplio para enfrentar la amenaza del crimen organizado transnacional, que ha crecido de manera exponencial en las últimas décadas.
Impacto en las relaciones internacionales
El impacto de esta medida podría ser considerable en términos de relaciones bilaterales, especialmente con países como México, donde muchas de estas organizaciones tienen una fuerte presencia.
Las sanciones impuestas a los cárteles mexicanos pueden tensar aún más la cooperación en seguridad, aunque las autoridades estadounidenses aseguran que esta medida es un paso crucial para combatir la violencia y el narcotráfico en toda la región. Además, la inclusión de grupos de Venezuela y El Salvador como actores internacionales también podría complicar las relaciones diplomáticas con estos países, especialmente en lo que respecta a la cooperación en la lucha contra el crimen organizado.
El Gobierno de EE.UU. ha destacado la necesidad de una colaboración más estrecha con los países de América Latina para abordar la amenaza del crimen organizado transnacional. En particular, el tráfico de drogas, el contrabando de personas y el lavado de dinero son delitos que requieren un esfuerzo conjunto para ser erradicados de manera efectiva.
¿Cuál es el panorama del crimen organizado en América Latina?
México, uno de los principales escenarios de las operaciones de estos cárteles, enfrenta una situación cada vez más compleja debido a la creciente fragmentación de las organizaciones criminales y su expansión en el ámbito internacional. Los cárteles más conocidos, como el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), siguen siendo los actores dominantes, controlando rutas de tráfico de drogas hacia Estados Unidos y otras partes del mundo.
El Cártel de Sinaloa, conocido por su poderío económico y amplia red de tráfico de fentanilo y metanfetamina, sigue siendo uno de los grupos más influyentes a nivel mundial. Aunque la captura de su líder histórico, Joaquín “El Chapo” Guzmán, y la fragmentación interna del grupo han debilitado su estructura, el cártel sigue siendo una de las fuerzas más poderosas del crimen organizado en América Latina.
Por otro lado, el CJNG, bajo el liderazgo de Nemesio “El Mencho” Oseguera Cervantes, se ha convertido en la organización más violenta y expansiva en México, con un control creciente sobre la producción y distribución de drogas sintéticas. Su creciente poder ha generado enfrentamientos con otros cárteles, especialmente en estados como Guanajuato, Jalisco y Michoacán, lo que ha desbordado las capacidades del gobierno mexicano para controlar la violencia.
El Cártel del Noreste (CDN), una escisión del grupo Los Zetas, sigue operando en el noreste de México, particularmente en las regiones de Coahuila y Tamaulipas, donde mantiene un control férreo sobre el tráfico de migrantes, secuestros y extorsión. Su extrema violencia ha convertido a la zona en una de las más peligrosas del país.
A pesar de la fuerte presencia de estos cárteles, nuevos actores como los Cárteles Unidos en Michoacán y La Nueva Familia Michoacana continúan luchando por mantener su poder en territorios clave, resistiendo la expansión de grupos como el CJNG y luchando por el control de rutas de tráfico y actividades ilícitas.
La expansión de las pandillas transnacionales
Además de los cárteles mexicanos, las pandillas centroamericanas como la Mara Salvatrucha (MS-13) han cobrado relevancia en el conflicto global. Esta pandilla, formada principalmente por salvadoreños en los años 80, ha proliferado en varios países de Centroamérica y en comunidades de migrantes en Estados Unidos. Su involucramiento en narcotráfico, extorsión y trata de personas ha convertido a la MS-13 en una de las organizaciones más violentas de la región. A pesar de los esfuerzos de desmantelamiento en El Salvador bajo el gobierno del presidente Nayib Bukele, la MS-13 sigue siendo una amenaza para la seguridad regional.
El Tren de Aragua, un grupo criminal venezolano originado en la cárcel de Tocorón, ha ido expandiendo sus operaciones por América Latina, utilizando la crisis migratoria venezolana para establecer redes criminales en países como Colombia, Perú y Brasil. En noviembre de 2024, incluso se registró su expansión en 16 estados de Estados Unidos donde han llevado a cabo actividades extorsión, narcotráfico, trata de personas y sicariato. A pesar de las intervenciones del Gobierno venezolano para desmantelar sus operaciones en la prisión, expertos sostienen que el grupo sigue operando con fuerza fuera de Venezuela. Según la líder opositora, María Corina Machado, el Gobierno de Donald Trump sabe que Nicolás Maduro “es el cabecilla” del Tren de Aragua.
Un paso hacia una cooperación internacional más firme
La designación de estos cárteles y pandillas como Organizaciones Terroristas Extranjeras marca un paso crucial en la política de seguridad de Estados Unidos. El creciente poder de estos grupos en América Latina y su capacidad para operar más allá de las fronteras nacionales demuestra la necesidad de una cooperación internacional más estrecha para enfrentar el crimen organizado.
Mientras tanto, el impacto de esta medida seguirá siendo un tema clave en las relaciones diplomáticas, especialmente en cuanto a la cooperación con México, El Salvador y Venezuela en la lucha contra el narcotráfico, el lavado de dinero y otras actividades ilícitas.