El Parlamento de Serbia ha sido escenario de un episodio de máxima tensión, reflejo del clima político cada vez más crispado que vive el país. La oposición, en desacuerdo con el orden del día, ha irrumpido con bombas de humo, provocando momentos de pánico en el hemiciclo. Entre la confusión, la diputada Jasmina Obradovic ha sido alcanzada por uno de los proyectiles, sufriendo un derrame cerebral que la mantiene en estado crítico.
Una sesión parlamentaria al borde del colapso
El ambiente en el Parlamento se ha vuelto irrespirable, tanto por el humo que inundaba la sala como por la escalada de insultos y acusaciones entre los diputados. Mientras algunos gritaban y silbaban, la presidenta de la Cámara, Ana Brnabic, apenas podía hacerse oír. Desde su escaño, ha calificado a la oposición de «banda terrorista», en un intento de señalarles como responsables del caos.
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No han pasado más de dos horas cuando, de nuevo, los diputados opositores han llenado la sala de humo y han comenzado a hacer ruido con sonajeros, en un gesto de burla hacia el partido en el poder. En respuesta, varios ministros han desplegado banderas serbias, mientras que los parlamentarios del SNS, el partido gobernante, han eliminado del orden del día un punto clave: la destitución de la presidenta del Parlamento, lo que ha desatado aún más la ira de la oposición.
La crispación ha ido en aumento, llegando a haber empujones e incluso lanzamiento de agua entre diputados de ambos bandos. La propia presidenta del Parlamento ha tomado partido en el enfrentamiento, alzando también una bandera serbia como gesto de desafío. Tanto ella como otros miembros del Gobierno han acusado a la oposición, sin aportar pruebas, de estar vinculada con intereses de Kosovo, cuya independencia Serbia sigue sin reconocer.
Un descontento que viene de lejos en Serbia
Esta protesta no es un hecho aislado, sino que se enmarca en un clima de agitación social que dura ya meses. La oposición acusa al Ejecutivo de corrupción y de ignorar las demandas de los estudiantes, que llevan tres meses en las calles tras la trágica muerte de 15 personas por la caída de una marquesina en la estación de Novi Sad.
Los parlamentarios opositores han exigido la dimisión en bloque de todo el Gobierno y han exhibido pancartas y sus manos manchadas de rojo, simulando sangre, para denunciar la responsabilidad del Ejecutivo en las muertes y su gestión de la crisis. Desde el estrado, los diputados del partido gobernante han respondido con dureza, criticando las manifestaciones, los bloqueos de carreteras y la paralización de universidades promovida por los manifestantes.
Mientras tanto, en las calles de Belgrado la tensión sigue creciendo. Centenares de personas se han concentrado a las puertas del Parlamento, exigiendo cambios y mostrando su rechazo al Gobierno. A pesar de todo, la presidenta Brnabic ha confirmado que la sesión plenaria continuará, tanto por la tarde como al día siguiente, sin importar la situación de violencia en la que se está desarrollando.
Ante la gravedad de los hechos, la Fiscalía serbia ha abierto una investigación para identificar a los responsables de los incidentes y determinar si se pueden presentar cargos contra los diputados que han lanzado objetos en el interior del hemiciclo. La crisis política en Serbia sigue escalando y el futuro del país se presenta cada vez más incierto.