«Los políticos tenemos fama de mirar a otro lado», dijo ayer el presidente del Gobierno. ¡Qué sinceridad! Él, desde luego, lo hace a menudo. Especialistas de todo tipo, empresarios de todo orden, políticos de todas las tendencias le vienen diciendo hace tiempo que uno de los gravísimos problemas de la economía española, agudizado ahora por la crisis, es la competitividad de las empresas, y que para lograrlo son precisas reformas estructurales de gran calado. Y el presidente, diciendo de soslayo que está en ello, que lleva toda la vida en ello, mira a otro lado y se suceden los parches. Desde el Banco Central Europeo, por no citar otras instancias que podrían considerarse «interesadas», se le ha dicho también que España necesita una reforma del mercado laboral, pero, como el asunto es peliagudo, mira a otro lado.
Incluso algunos de sus socios (como el PNV en materia presupuestaria), junto a muchas otras formaciones políticas, ya que no es una manía del PP, insisten en que los Presupuestos del 2009, actualmente en el Senado, son «virtuales», es decir, se han quedado obsoletos en sus previsiones con el descalabro de las cifras producido por el deterioro vertiginoso de la situación económica. Pero nada, el presidente sigue mirando a otro lado, no vaya a ser que alguien piense que rectifica, algo que ya ha dejado de ser un timbre de honor para los dirigentes del PSOE. En Bruselas apuntan a la posibilidad de combinar las inversiones públicas con la bajada de los impuestos y el primer ministro británico anuncia la del IVA. Estaba muy atento José Luis Rodríguez Zapatero a las iniciativas de Brown, para copiarlas como si se le hubieran ocurrido a él, pero, al llegar a este punto, mira para otro lado. Cuando en Washington se constató que, a pesar de la retórica, no había allí ánimo para las «políticas de izquierda» o «políticas socialdemócratas» (fórmulas que nuestro presidente usa alternativamente, como el Derecho), se puso, claro, a mirar a otro lado. Y así hasta el infinito, como cuando se le advertía sobre las consecuencias del «proceso» con ETA o del aventurerismo sorprendente con el que abordaba la reforma del Estado a través de los Estatutos de Autonomía.
Pero ayer, muy ufano con los tenistas que han ganado la Copa Davis, Rodríguez Zapatero enarbola la copa y dice: «Los políticos tenemos fama de mirar a otro lado, pero el capitán (del equipo de tenis) me ha lanzado un órdago y quiero recoger el guante. Voy a decir que en cuanto haga una remodelación ministerial incluiremos un Ministerio de Deportes y hay que modificar la Ley del Deporte». Portentoso se mire por donde se mira, ya que estamos hablando de miradas. Primero, le lanzan un órdago y recoge un guante, que ya es prestidigitación. Segundo, si es necesario el nuevo ministerio, ¿por qué esperar a una remodelación? ¿O es que la está anunciando? ¿O es una disculpa? Y tercero: para una vez que asegura no mirar a otro lado, más gasto.
Germán Yanke