Han bastado dos partidos de poca monta con sendas victorias -uno ante el colista de la Liga, el Recreativo de Huelva, y otro ante el BATE, actual líder de la potentísima Liga de Bielorrusia de dieciséis equipos- y la plaga de lesiones que viene asolando a la plantilla del Real Madrid, que obligó a Bernd Schuster a romper su libro de estilo y reubicar con bastante éxito a Sergio Ramos como defensa central junto a Pepe para que quienes venían pidiendo el ERE para mandar a la cola del paro al técnico alemán ahora lo vean como el entrenador idóneo para sacar al equipo madridista de la crisis de juego que padece desde comienzo de la presente temporada.
Hace dos semanas Schuster estaba ‘muerto’ en el Real Madrid. Sus detractores ya le habían puesto fecha de defunción haciéndole único culpable del pésimo juego de un equipo en el que son todos los que están, pero que no están los que pidió a principio de temporada y sus superiores, Ramón Calderón, Pedja Mijatovic y compañía, no le ficharon. Es decir, trabaja con lo que le dieron, no con lo que deseaba. Y aunque es cierto que se ha ganado a pulso él solito su pésima imagen por su antipática relación con los periodistas, no es de recibo que éstos le cuelguen como toda respuesta el sambenito de no tener la categoría suficiente como para dirigir al Real Madrid.
Schuster seguirá teniendo un camino difícil y complicado. A pesar de tanta euforia, no creo que estos dos balsámicos triunfos ante el Recre y el BATE y el ‘descubrimiento’ de la pareja Sergio Ramos-Pepe, con posible fecha de caducidad cuando vuelva Cannavaro, vayan a servir para que el alemán se gane la confianza de sus detractores. No sé si podrá trabajar tranquilo y sin que le enmienden la plana desde algunos medios. Lo va a tener bastante crudo.
Por ahora el Real Madrid sólo ha pasado los exámenes de dos asignaturas de las llamadas ‘marías’ ante las próximas graduaciones que le aguardan contra el Getafe, Sevilla, Villarreal, Zenit y Barcelona.
Antonio Cubero