Seguimos a la espera de que se hagan públicos datos reales -y comparados con los de otras constructoras- de los contratos que la constructora Sacyr ha firmado con el Gobierno de Zapatero en los casi cinco años que lleva en el poder, así como con las comunidades autónomas gobernadas por el PSOE. Porque semejante aclaración nos va a permitir visualizar el grado o el nivel de promiscuidad que ha existido o existe entre el presidente y su entorno y esta empresa, a la que ya se le han concedido créditos del Estado (del ICO), mientras a otras como a Martinsa se le negaron para salvarse, al margen de toda una colección de ayudas (mutuas en muchos casos) y ventajas que ya las quisieran para sí otras empresas españolas y los directos competidores de Sacyr.
Por ello esperamos que el PP y otros grupos de la oposición le exijan en el Congreso de los Diputados a la ministra de Fomento, la inefable Magdalena Álvarez, que enseñe la lista completa de contrataciones públicas durante su mandato en dicho ministerio, y que otro tanto ocurra y se investigue en los parlamentos de Cataluña, Aragón, Andalucía, Castilla-La Mancha, etcétera.
Una constructora, Sacyr, en apuros, al borde de la quiebra si no resuelve sus problemas y gigantescas deudas, y que, al margen del favoritismo político que ha recibido del presidente Zapatero, está actuando como si los autores de su propia ruina no tuvieran nada que ver con su dramática situación de la que, para colmo, culpan a los demás. Exigiendo que alguien, Gobierno incluido, les arregle sus problemas porque si no se inmolarán dinamitando todo lo que tienen a su alrededor, salvo las inmensas fortunas personales que los dirigentes de Sacyr han acumulado en los pasados años de euforia, y que a buen seguro están a salvo de cualquier contingencia y no forman parte de las garantías aportadas para responder de sus deudas.
En cierta manera estamos asistiendo a un chantaje con la fórmula de: o nos sacan del lío, o les vendemos a los rusos. Y el añadido de que si no venden a los rusos y no les ayuda nadie, entonces dejarán a la banca un gigantesco pufo de 18.500 millones de euros, en el paro a cerca de 20.000 personas, y en evidencia internacional al Gobierno de Zapatero, a quien imaginamos que se le empiezan a bajar los humos y la locura de presentarse como líder del mejor sistema financiero del mundo, o la octava potencia económica. Repásese lo que dijo ayer el comisario Almunia señalando a España como uno de los países más débiles ante la crisis financiera y económica por su alto endeudamiento -público y privado-, y el estallido de la muy particular burbuja inmobiliaria española.
Y mucho cuidado con el uso «secreto» -por el momento- de los fondos del Estado destinados a la banca y a la compra de activos, porque todo apunta a que muchos de ellos se van a dedicar a ayudar, como se temía, a los amigos del Gobierno al amparo de la opacidad impuesta, como punto de partida y de manera irreversible, tanto por el Gobierno como por la oposición. Unas partidas de fondos del Estado cuyo destino final se acabará por saber tarde o temprano dejando a la intemperie las vergüenzas de más de uno. Y puede que de una manera especial a la mencionada Sacyr, cuyo primer responsable, Luis del Rivero, ahora deambula como alma en pena por sus habituales desayunos con protagonistas del poder intentado acercarse a un Zapatero que escurre el bulto, como lo está escurriendo en todo ello el vicepresidente Solbes, quien hace tiempo que se distanció y alertó sobre los riesgos que llevaban las andanzas de los «visitadores» de la Moncloa, en los tiempos en los que el famoso Del Rivero paseaba por sus despachos, como si estuviera en su ambiente privado y empresarial.
Marcello