lunes, noviembre 25, 2024
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Infidelidad «póstuma»

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Nunca han estado claros los motivos que impulsan, a determinados famosos, famosillos o populares a redactar sus memorias.

Hasta ahora eran personajes de la política, de las artes, en todas sus facetas y de las letras, los que, al fin de sus días, decidían redactar sus memorias.

La mayoría, he leído muchas, lo han hecho con temor, con humildad, rigor, sinceridad y pudor.

Muchos de ellos pensando que prestaban un gran servicio, tanto a su familia como a los historiadores.

Las memorias tienen una justificación: impedir que se desvanezcan, con el tiempo, los recuerdos de los hechos públicos de los hombres. Como decía Herald Brenan, en su Memoria Personal, lo verdaderamente trágico de la vida está en que olvidamos… la muerte verdadera es el olvido, tanto de los recuerdos colectivos, que llamamos historia, como de los recuerdos individuales que llamamos memorias.

Joseph Kennedy decía que «cualquiera que escribe sus memorias debe creer, sin duda alguna, que es una persona un tanto especial, con una especial sabiduría o con un deseo de transmitir sus experiencias personales o profesionales».

Estos condicionamientos no se dan en esas memorias de personajes de la «prensa del corazón», como las de Antonio Morales, más conocido por Junior, publicadas estos días por la editorial Martínez Roca bajo el título de Mucho antes de dejarme.

Aunque pretende ser un homenaje a la inolvidable Rocío Durcal, el libro cuenta con un reclamo publicitario, para el lanzamiento, en el que Junior no debería haber caído: el relato de una infidelidad de la que Marieta nunca supo, por ello su carácter póstumo.

Si así fue, ¿por qué herir ahora su memoria? Si lo que no se vio se puede ignorar, ¿por qué mezclar la muerte con el sexo cuando los ángeles no lo tienen?

Posiblemente este oscuro pasaje sea el que promocione el libro. Suele suceder. A un libro de Joaquín Sabina lo promocionó el chiste procaz y desvergonzado que le contó Letizia cuando bailaban un tango en una noche republicana en casa del cantautor.

Antonio Morales corre el riesgo de que la imagen que aparece en el espejo de papel no sea la que más le favorece. Ni tan siquiera ante tus hijos.

Aunque has declarado que no te importa lo que ellos piensen, a mí sí me importaría.

«Yo estaba enamorado de mi mujer y no quería romper mi matrimonio». ¿Por qué has roto hoy tu silencio de años sobre una infidelidad que si no se cuenta es como si no hubiera existido pero, si se hace público, hiere, en este caso a tus hijos, con efecto retroactivo?

¿Has pensado que Marieta puede estar hoy revolviéndose en su tumba?

Jaime Peñafiel

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