Pues no se sabe bien, y aunque en principio parece alejado de la política, lo que resulta imposible de creer, todo apunta a que Eduardo Zaplana estará dedicado a la que ha sido, contra Camps y Rajoy, su más conocida afición, como es el juego de las conspiraciones contra el que manda -que se cuide mucho Alierta del cartagenero-, jugando siempre al ganador de la sucesión, aunque a veces ha errado el tiro, como le pasó con Aguirre en vísperas del congreso valenciano del PP, donde anduvo oculto o desaparecido.
Y nos preguntamos por Zaplana porque ha comenzado a circular un extraño rumor sobre un pretendido concurso para las telecos en la Comunidad de Madrid, en el que los de Telefónica y British Telecom parecían aspirantes y en el que, según ciertas fuentes bien informadas, apareció la misteriosa larga mano de una de esas empresas no menos misteriosas y llamadas de fachada o tapadera, como la tal Secuencia Pixels, ya famosa en anteriores líos en el entorno de dicha Comunidad. Y nadie se explica el porqué ni a cuento de qué la susodicha empresita pretendía tener protagonismo o hacer, o sacar, algo de esta convocatoria concursal, aunque ya es conocido que en los concursos y contrataciones de los últimos años en la Comunidad de Madrid podrían estar las claves y explicaciones del apasionado amor entre Aguirre e Ignacio González, a pesar de todos los avisos -y han sido unos cuantos- que le han llegado a Aguirre desde la cúpula nacional del PP.
Y claro, como Zaplana es íntimo del madrileño I. González, el chino de la coleta blanca, y trabaja en Telefónica, se nos había pasado por la cabeza que podría haber existido alguna consulta o relación entre ambos sobre todo ello. Y a la espera estamos de la resolución de este lío del concurso oficial de telecomunicación -dicen que por más de 120 millones de euros-, sobre el que pronto van a salir a la luz los detalles de su procedimiento, o las causas de eventual suspensión. O sepa Dios qué pasó o está pasando, porque hace falta un poco de claridad en este y en las decenas, puede que cientos, de concursos que la madrileña Comunidad de Madrid ha sacado a pública subasta en los últimos años, y sobre los que existe la sospecha de que se los han llevado casi siempre los mismos, es decir, muchos amigotes, representantes o incluso parientes de este autonómico poder. O puede que todo sea una gigantesca coincidencia, propia del azar y la casualidad. Una vez que está acreditado que Aguirre es, además de gafe, una santa -un poco fuguilla ante los ataques de Bombay- y que los santos no suelen pecar.
Véase, sin embargo, lo que acaba de ocurrir con el famoso concurso de las televisiones digitales madrileñas, suspendido por el Tribunal Superior de Madrid, y que en su día fue un sonado escándalo, y una prueba más del conocido talante liberal de la presidenta Aguirre. La que ahora ha quedado en la peor evidencia por más que lo pretendan arreglar con un nuevo apaño que olerá tan mal como el que en su día se orquestó para el reparto de los canales de televisión, y atención a los de la radio, que seguirán un parecido guión.
¿Y Zaplana, dónde está, a qué dedica el tiempo libre? Pues no se sabe, pero no sería de extrañar que anduviera malmetiendo en Telefónica en compañía de su colega de Benidorm, el tal Sánchez, o bailándole el agua a Javier de Paz, de quien se dice que es su amigote, o brindando en la isla Graciosa por el futuro presidente de la Compañía, o de cenas en La Finca, o en los yates del poder, o calentando los cascos a José María Aznar, a ver si salta como una fiera sobre el puente de mando del PP. Algo estará haciendo Zaplana, aquí o allá, porque lo que se dice quieto y dedicado, en cuerpo y alma, al campo de la telefonía no da la impresión que lo esté. Por algún lado saldrá, y si no al tiempo y ya lo verán.
Marcello