Mañana conoceremos los registros de Trabajo, es decir, el paro inscrito en las oficinas de empleo y la afiliación a la Seguridad Social; ambas estadísticas ofrecen series coherentes de la evolución del empleo con información mensual, que luego ratifica la EPA con carácter trimestral. Y entre medias los organismos internacionales, especialmente las estadísticas de la UE, remachan el clavo reiterando los mismos datos. Cuando días atrás Rajoy anunciaba que ya estamos en el 13% de paro según la UE, no hacia nada más que reiterar los datos anunciados por Trabajo a principios de mes. Y cuando Zapatero pretendía en su última intervención en el Parlamento que el paro anda en el 11% se refería a los datos de la EPA del tercer trimestre (datos medios del trimestre), que ahora quedan bastante lejos. El paro anda ya en el 13 y camino del 15% en pocos meses.
Los datos que conoceremos mañana van a ser tan malos como los de hace un mes, en noviembre creció el paro todos los años anteriores y este año lo hará en términos semejantes o mayores que en octubre, lo cual nos coloca en los tres millones de desempleados, que suponen algo más del 13% de la población activa. Un dato que ratifica para España el último puesto de tabla por ese concepto de toda la OCDE, puesto en el que llevamos instalados los últimos 25 años.
La velocidad en la destrucción de empleo durante los últimos cinco meses (desde junio) es impresionante: 600.000 parados. Una velocidad similar e inversa a una creación de empleo por encima de los 6 millones durante los últimos diez años. Son datos que revelan inestabilidad del mercado laboral y que ponen de manifiesto que la variable de ajuste en el auge y en la crisis económica es el empleo.
¿Cómo es que las otras economías europeas, que crecen aún menos que la española, no destruyen empleo al mismo ritmo? Las explicaciones tienen que ver con distintos patrones de maduración y de especialidad productiva. La destrucción de empleo en España va a suponer, como ocurrió a finales de los setenta y primeros de los ochenta, una notable mejora de la productividad, pero con mucho sacrificio en términos de empleo. Es algo que los trabajadores de Ford en Almusafes han entendido perfectamente cuando se plantearon recientemente que más salario a cambio de menos empleo puede ser una mala solución de futuro.
Hoy se reúnen patronales y sindicatos para empezar a discutir (con demasiado retraso) el marco del Acuerdo de Negociación Colectiva para el próximo año. Pudiera ser una pieza de rescate del empleo y de recuperación económica. En ese acuerdo se podrían plantear medidas anticrisis de gran impacto, así como empujar al Gobierno para poner sobre la mesa reformas de calado que sustenten el empleo.
Por ejemplo, ¿es legítimo prejubilar con costes altísimos (hasta 44 mensualidades por irse al paro) en un momento como éste? ¿Es inteligente mantener aparentes ventajas de convenio como los deslizamientos de antigüedad o jornadas decrecientes, con la que está cayendo? ¿Son legítimos los contratos blindados y los planes de jubilación especial de directivos? Trabajar por el empleo obliga a dejar de lado costes que conspiran directamente contra el empleo, contra esos tres millones de parados que pueden llegar a cuatro el año 2009 y que significan el mayor desperdicio de la capacidad de crecimiento.
Fernando González Urbaneja