viernes, octubre 18, 2024
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A Guantánamo sobrevolando el Congreso

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El 7 de diciembre del 2005, la secretaria de Estado Rice, con motivo de una asamblea en la OTAN, se reunió a cenar con los ministros de Asuntos Exteriores de los países miembros, entre ellos Moratinos. En tono relajado se refirió al invitado sorpresa, un gorila de 800 kilos que todos pretendían ignorar. Ese gorila era el creciente rumor, la práctica certeza de que la Administración Bush secuestraba personas en Afganistán y otros países y los transportaba a Guantánamo y otros centros de detención secretos, algunos de ellos en países europeos. Rice confirmó esos vuelos pero aseguró que la legalidad internacional se respetaba y que no había torturas en los destinos. Como diría un clásico, con un par… Nadie de los comensales, todos ellos representantes de los países europeos, siempre autotitulados campeones de la legalidad internacional y de los derechos humanos, rechistó, pasando así a ser más cómplices de la barbarie.

La participación de los gobiernos españoles, el de Aznar y el de Zapatero, apareció en el llamado «Informe Fava», del europarlamentario italiano socialista, aprobado por el Parlamento Europeo el 21 de febrero del 2007. Allí se informaba de las escalas que esos vuelos ilegales habían realizado en aeropuertos españoles y se denunciaba lo ya sabido, la total falta de colaboración en esa investigación por los gobiernos de los países miembros y del Consejo de la UE.

La filtración y la publicación reciente de documentación, ya reconocida como auténtica, sobre petición de la Administración Bush para escalas en aeropuertos españoles, ha dado lugar a una sesión esperpéntica en la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados, eso que se dice pomposamente que es la expresión de la soberanía nacional. Un auténtico vodevil con Moratinos como actor principal y el portavoz del PP como actor invitado. A los figurantes, el resto de parlamentarios con excepción de IU, sólo les faltó decir eso de «Que se besen». Moratinos afirmó, muy suelto de cuerpo, que efectivamente durante el Gobierno de Aznar no hubo escala alguna y que el Gobierno Zapatero desconocía este asunto y que esos vuelos contaban con la autorización de Naciones Unidas y la OTAN, todo ello con gran complacencia del actor invitado, con un guión seguramente acordado. Se trata de algo obvio: mentir una vez más para que el tema, que sólo interesa a aquella limitada parte de la ciudadanía preocupada por los derechos humanos, se olvide. Y por supuesto, no enfrentarse con la Administración norteamericana, la que sea, a pesar de esas declaraciones recientes e infantiles de buscar una relación más equilibrada. Las maniobras respecto de la presencia española creciente en Afganistán van por ese camino.

Estamos una vez más en el tema del secreto de Estado y las cloacas del poder, algo que ya vimos, mucho más dramáticamente, en el ‘caso GAL’. La vía judicial que todavía queda y que trabaja también con el asunto de los vuelos de la CIA en Mallorca, levantado por unos aguerridos periodistas locales, parece ser un último resquicio de decencia. ¿Quién lo cerrará?

Luis de Velasco

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