viernes, octubre 18, 2024
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Aún es pronto para enjuiciarlos

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Hace años lo primero que solían hacer los futbolistas extranjeros que fichaban por el Real Madrid era aprenderse todos los tacos de nuestro vocabulario e ir de compras a El Corte Inglés para cambiar el vestuario provinciano por el capitalino de las primeras firmas de moda. Ahora, los fichajes de las nuevas hornadas madridistas, lo primero que hacen es visitar las exclusivas boutiques de la Milla de Oro madrileña y ponerse las botas comiendo el jabugo de uno de los emporios gastronómicos donde suelen campar a sus anchas también reconocidos gorrones del periodismo deportivo.

Huntelaar y Lassana Diarrá, los dos remiendos de invierno del Real Madrid, ya han cumplido con la parte del guión tal como mandan los cánones. Ya se han dejado ver por la calle Serrano y han festejado a mesa y mantel su debut y triunfo ante el Villarreal. Y eso que aún tanto Huntelaar como Lassana no han pasado la prueba del algodón de la juventud y el exceso de popularidad que todos los jugadores suelen sufrir con más o menos éxito en sus primeras semanas como madridistas.

Todavía es demasiado pronto para enjuiciar a Huntelaar y Lassana. Ni mucho menos para ensalzarlos poniéndolos en los altares de Van Basten y Makelele. Menos de noventa minutos arropados por el Bernabéu no son suficientes para poder vaticinar si van a ser los refuerzos que necesita el Real Madrid para afrontar la Liga y la Liga de Campeones, aunque ésta sólo la podrá disputar uno de ellos. Habrá que esperar a que se enfrenten al examen de la aclimatación que a tantos buenos jugadores ha dejado en la cuneta sin poder justificar su verdadera valía. Y Huntelaar y Lassana Diarrá no son una excepción.

Antonio Cubero

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