viernes, octubre 18, 2024
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Después de Mayor, Mayor Oreja

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Comencemos por el elogio de la lideresa, que se lo merece. Ya les dio un varapalo con lo de Caja Madrid, esperando a la muy liberal Ley de Acompañamiento para cambiar las reglas de juego, dejar al alcalde de Madrid descompuesto y colocar a Miguel Blesa en la cuerda floja. Hagan lo que hagan, los demás estarán a la defensiva. Después recompuso la figura y se fue a ver al presidente Rodríguez Zapatero para dar su espaldarazo a la propuesta gubernamental de financiación autonómica. Hagan lo que hagan, los demás estarán desde ese momento mediatizados por la nueva escena del sofá de la Moncloa. Al irse unos días de vacaciones (¿de vacaciones?), Aguirre comentaba el otro día con los periodistas la candidatura del PP a las europeas: «Nada de Ruiz-Gallardón, el candidato será Mayor Oreja».

Ruiz-Gallardón lo tiene crudo. Aunque no quisiera ser cabeza de lista para dedicarse, al parecer, a la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos, ya aparece de nuevo como preterido. Que se ponga a explicar ahora que eso no era lo suyo. Aguirre, ante la reacción del alcalde de la capital en el asunto de Caja Madrid, dijo que éste quizá no había tenido tiempo para leerse la ley. Pero la ley se la había leído muy bien, y sus consecuencias. La lectura que quizá le falta, a él y a otros, es la de la realidad porque, en cuanto se descuidan, aparece la lideresa y les da un coscorrón. Ya tiene colocados, además, a Ángel Acebes y otros compañeros mártires en el consejo de Cibeles, a aquéllos en el Presupuesto público, a los demás a la espera de la Caja. Si no merece un elogio, ningún estratega lo merece.

Y ahora, Mayor Oreja candidato, confirmado por Rajoy desde no se sabe dónde, regalo de Reyes para los defensores de los valores y los principios. Y ahora, insisto, después de que Aguirre explicara cómo son las cosas, cómo iban a ser. Vamos, que, como ella está en la batalla, no podía ser de otra manera. Un magnífico tándem que revela tanto la habilidad estratégica como la inanidad programática. Aguirre no podría desear otro candidato para las europeas que Mayor Oreja: al fin y al cabo ella no quería recurrir la ley de matrimonios homosexuales y él se duele de que el PP abandone los valores cristianos. Mayor Oreja, por su parte, no podía desear otro apoyo que el de Aguirre, después de haber puesto de vuelta y media a Rajoy: al fin y al cabo él es partidario de no pactar con el PSOE ni el cambio de hora de verano y ella acaba de organizarse con el presidente la financiación de sus cuitas. Magnífico espectáculo al que, a estas alturas, sólo puede seguir en la sede popular de Génova una compungida procesión, la adquisición urgente de cilicios para promover el consumo, ERE fulminante para estar al día.

Después de Oreja, Mayor Oreja, lo que dará además la oportunidad de saber en campaña en qué discrepa de la dirección del partido, dónde está el relativismo y dónde los principios y valores. Antes y después, Esperanza Aguirre. Mientras, Ruiz-Gallardón tratando de leer la realidad a velocidad olímpica, la realidad que ha debido leer ya Mariano Rajoy, es decir, que no puede con sus enemigos.

Germán Yanke

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