viernes, octubre 18, 2024
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Gaza: resultado incierto, división segura

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La disparidad en el sufrimiento, 4 muertos del lado israelí y 465 en el palestino, es la primera conclusión segura en el noveno día de la guerra de Gaza. La segunda es la división creada.

En la inoperante ONU la escisión es la de siempre. Más interesante y llamativa, aunque no totalmente novedosa, es la palpable entre los gobiernos y la opinión pública árabe. La grieta entre ambos crece. La gente de la calle apoya claramente a Hamas. La irritación de décadas ante la política obstruccionista de Israel, la solidaridad con los hermanos árabes, la humillación ante las sucesivas derrotas sufridas ante el odiado enemigo judío… todo lleva a un alineamiento ciego con cualquier grupo que se oponga a Israel.

Los gobiernos tienen una postura diferente. Varios de ellos, Arabia Saudí, Jordania, Egipto…, ven en Hamas a un adversario peligroso. Por razones estratégicas, de entrada. Hamas, piensan, es una sucursal de Irán, la resentida potencia chiita con pretensiones hegemónicas. Por razones ideológicas, después. Para Egipto, Hamas es un retoño de los Hermanos Musulmanes, los que asesinaron al presidente Sadat, en definitiva, unos extremistas poco fiables. El enfrentamiento sale a la superficie, el ministro de Asuntos Exteriores egipcio no vacila en afirmar que Hamas ha provocado la reacción israelí, «que se la ha puesto en bandeja». La prensa de diversos países, de otro lado, recoge la cólera ciudadana contra sus gobiernos. Un comentarista exclama: «Oh, gran pueblo de Egipto, quita a Mubarak y pon a un asno en su lugar».

También en Israel hay divergencias sobre aspectos de la intervención. Existe extendida unanimidad sobre la necesidad de hacer algo y dar un escarmiento a Hamas. Las críticas a la mera intervención han sido muy reducidas. Las discrepancias empiezan a la hora de definir cómo se termina el conflicto. Ahora que los tanques han entrado en Gaza, y que los soldados israelíes empiezan a correr peligro, hay quien opina que la expedición punitiva debería terminar cuanto antes, ya se ha destruido bastante infraestructura de Hamas y no hay que meterse en un avispero. Hay otros, hoy aún mayoritarios, que creen que quedarse ahí sería un ejercicio fútil, hay que aplastar todo el potencial de Hamas, eliminar un número mayor de sus efectivos y, a ser posible, dar un golpe definitivo al propio movimiento islamista que le obligue a sentarse a negociar debilitado.

Pronto veremos el alcance, y el resultado, de la aventura.

Inocencio Arias

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