El fútbol vivirá permanentemente de las grandes estrellas. Siempre habrá los llamados jugadores de club a quienes habrá que guardar el debido respeto, aunque por encima de ellos existirán siempre los futbolistas estrella.
El Valencia venció con claridad al Atlético de Madrid. Le marcó tres goles que el árbitro dio por legales y otros dos que no vio como tales aunque no tuvo toda la verdad en sus decisiones. Lo importante del juego, al final, fue la actuación de Silva.
El canario, quien ha estado lesionado un par de meses, fue providencial para que su equipo se impusiera a un adversario que llegaba con catorce partidos sin perder. Se jugaban el mantenimiento en la zona de Liga de Campeones y los puntos se quedaron en Mestalla. La actuación de Silva sirvió para que su equipo volviera a encontrar tono de equipo serio y con aspiraciones.
En el Bernabéu, el Madrid acabó pidiendo la hora ante el Villarreal, hasta el extremo de que su entrenador hizo un cambio en el último minuto para perder tiempo. Dominó en el primer tiempo y fue dominado en el segundo.
La victoria madridista se debió, fundamentalmente, a dos jugadores. A Robben, quien hizo el gol de la victoria en jugada extraordinaria y espectacular, le debió la ventaja en el marcador. A Casillas, el mantener a cero su casillero.
El Madrid ha carecido en muchas jornadas de jugadores de banda. Robben, el mejor, ha estado lesionado con frecuencia y de esta manera el único extremo ha estado ausente en días importantes. Robben, recuperado físicamente, es la mejor arma ofensiva del equipo.
En Barcelona, para que el equipo acabara ganando al Mallorca, fue necesaria la alineación de Iniesta. Desde su salida al campo el juego de su equipo varió y llegó la victoria.
Tres victorias, tres protagonistas.
Julián García Candau