El cambio en el seno del PNV se visualizaba en la noche del domingo. Tras superar los nervios y comprobar que el PSE se quedaba en 24 -frente a las estimaciones de un empate- la cúpula peneuvista salió triunfante ante sus seguidores en la Sabin Etxea de Bilbao. Ibarretxe se colocó en el centro de la tribuna junto a Urkullu y a otros líderes para pronunciar las valoraciones. El saludo casual de una persona al lehendakari le desplazó del atril, y en ese momento se colocó en el centro del mismo Íñigo Urkullu. Cuando regresó Ibarretxe al lugar se quedó detrás. Urkullu tomó la palabra y anunció una oferta de «pactos» al Gobierno central. Habló de pluralidad, y después de su largo discurso invitó a Ibarretxe a tomar la palabra, pero éste declinó. La escena no fue banal. Fueron minutos después cuando, ante la petición de algunos asistentes, el lehendakari en funciones habló, pero lo hizo en un formato de declaraciones. «Ya sabeis que las alegrías en política duran 10 segundos, casi ya han pasado. Son momentos complicados, pero vamos a liderar el país». El reparto de juego estaba hecho. El propio Ibarretxe aclaraba que era «al partido» a quien correpondía tomar la iniciativa. Los tiempos del soberanismo en ese momento perdían sentido.
El PNV comienza, pues, su ronda de conversaciones con naturalidad para girar el rumbo ante la idea de mantener el gobierno. Ahora «se trata de hacer cosas razonables», explicaba éste lunes Andoni Ortúzar, líder de Vizcaya, «aunque el panorama es complicado». Exponía Ortúzar más ingredientes en la mesa: la posibilidad de que se articule una mayoría no nacionalista en torno al socialista Patxi López sería «una agresión política a la que habría que responder». Éste es el núcleo de los comentarios de analistas y tertulianos en los medios vascos: Si se constituye o no una alternativa a las décadas de nacionalismo. La ensoñación soberanista y el Pacto de Lizarra se aplazan: ahora es la lehendakaritza.
Pero el mayor dilema lo vive el PSE, satisfecho por los resultados y convulso ante la expectativa. Fuentes de la directiva socialista mantienen la apuesta anunciada por Patxi López en la noche electoral. «No renuncio a presentar mi candidatura y recabar los apoyos para ser lehendakari». El dirigente de Vizcaya, José Antonio Pastor, refuerza horas después el mensaje y habla de la «premisa» de la candidatura socialista para iniciar el proceso. Este lunes, los socialistas vascos han recibido un apoyo fundamental de Zapatero, quien ha declarado que Patxi López será «coherente» con el compromiso que ha expresado ante los ciudadanos. El compromiso es de cambio, aunque se matiza que «no frentista», y la mera asunción del término acuñado como acusación por los nacionalistas en 2001 crea malestar en los votantes de las otras formaciones constitucionalistas y hace dudar del resultado final. Para perfilar el proceso, José Blanco se inclina por un gobierno minoritario socialista (para lo que necesita al PP y a UPyD), lo que supone nada menos que un giro en la tradición socialista de pacto con los nacionalistas vascos, y aceptar liderar el país. En eso está ahora la mirada del PSE.
Tampoco es fácil para el socialismo vasco, en la otra encrucijada, renunciar a presidir el Gobierno y participar, de nuevo, en un Ejecutivo presidido por el PNV o facilitar su gobernabilidad. Cualquiera de las hipótesis tiene su precio. Entre los socialistas que defienden la oportunidad del cambio, hay incertidumbre. «No lo tengo claro», señalaba una socialista alavesa a este periódico. «Hace falta mucha altura de miras para liderar un gobierno en minoría y hacer el cambio en este país. No sé si seremos capaces», relataba.
No todos piensan lo mismo en el Partido Socialista de Euskadi. Desde Guipúzcoa llegan voces claras de apuesta de gobierno con el PNV, mientras que en Álava y Vizcaya, aunque diversas, se oyen más las que interpretan el mandato de cambio, de alternativa al nacionalismo que ha gobernado tres décadas.
Han de pasar semanas para que germine el debate en el seno del PSE. Los primeros impulsos de la cúpula socialista se orientan a asumir el compromiso con el cambio, en la línea del consejo del ex-presidente del Gobierno, Felipe González a Patxi López, la pasada semana en Eibar. Gobernar con los votos legales surgidos de las urnas del domingo requiere de determinación. El tiemmpo dirá si el PSE -el PP y UPyD ya han mostrado con claridad su apoyo al cambio- adoptará la decisión de emprender esta aventura y superar el vértigo.
Chelo Aparicio