sábado, marzo 15, 2025
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El vértigo embarga a los del PNV

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Calificar de «golpe institucional» la posibilidad de un Gobierno PSE-PP en el país vasco es empezar mal la partida y entender muy malamente el funcionamiento del sistema. Quizá ha sido sólo un exceso verbal que no quiere decir lo que parece, una especie de desahogo por el vértigo que produce la pérdida del poder y de esos miles de empleos que van pegados. Pero como se trata de gente mayor, educada y entrenada, convendría que repararan en que hay reglas del juego y que lo que uno puede hacer legítimamente también lo pueden hacer otros.

El PNV ocupa la presidencia de la diputación alavesa, que no es mal cargo, pese a ser la tercera fuerza política en ese organismo; lo hace por la tolerancia del PP. Y esa situación parece normal, no mereció en su día el calificativo de «golpe».

El sistema democrático conduce a que muy pocos votos, los marginales, determinen las mayorías y la aritmética produce geometría, es decir, que el número de votos conduce a una asignación de escaños y a coaliciones variables que producen mayoría suficientes que incluso pueden cambiar con el tiempo.

Nuestro sistema electoral es muy imperfecto, casi todos quieren cambiarlo. Pero mejora cuando se compara con cualquier otro. En el País Vasco es especialmente imperfecto: ningún voto vale lo mismo. En teoría, 7.220 alaveses apotan un escaño en el Parlamento, mientras que si fueran vizcaínos tendrían que sumar 28.400 y 17.000 en el caso de los guipuzcoanos. Es el resultado de atribuir 25 escaños a cada territorio con los que el PNV quiso premiar a los alaveses, que eran los menos afectos al partido.

Curiosamente, los ajustes que produce el sistema proporcional corregido llamado d’Hont, en vez de complicar más la anomalía o la asimetría, vienen a corregirla en buena medida. Si aplicáramos un sistema proporcional puro (tan querido por algunos) con circunscripción única los resultados del domingo producen el siguiente parlamento: PNV: 29 escaños; PSE: 23; PP: 11; Aralar: 4,5; EA: 2,6; EB-IU: 2,5; UPyD: 1,6. Es decir, que el deplorable sistema resulta que conduce a resultados casi proporcionales. De manera que el procedimiento funciona, lo cual hace aún más improcedentes los argumentos de los dirigentes del PNV.

Otro de los tópicos en boga es que el PSE entregó al PNV la presidencia del Gobierno vasco, lo cual no fue así; los socialistas no alcanzaban el 25% de los votos y aun siendo la primera fuerza en escaños (19 de 75) era la segunda en votos (22%, un punto menos que el PNV). Benegas se quedó fuera y Ardanza fue lendakari con el socialista Jáuregui como vicepresidente. Aquel pacto resistió hasta que el PNV decidió pactar a oscuras con los terroristas en Lizarra.

La legitimidad de los socialistas para hacer un Gobierno con la mayoría que le pete es tan incuestionable como la que tuvieron los populares para mandar a la oposición a los socialistas en Canarias, pese a ser los más votados, o los socialistas han hecho con los populares en Baleares.

El dirigente del PNV Urkullu, cuando ha utilizado la palabra «golpe», ha cometido un error que puede ser calificado peor y que sólo puede explicarse por la ofuscación, aunque exige disculpas y explicaciones.

Fernando González Urbaneja

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