El jefe del Gobierno y el de la oposición mantuvieron en el Congreso una de esas confrontaciones que hielan el corazón de la audiencia. Compiten en descalificarse entre ellos y rebajan sin piedad la estima que merecen. Protagonizan un juego «perdedor-perdedor», ya que ambos salen magullados a pesar del delirio que producen en sus hinchadas. Esos aplausos y abucheos que adornan las subidas de tono de sus intervenciones redondean un estilo maleducado y tabernario que no traslada nada bueno a la sociedad.
Durante la última sesión la emprendieron a «cajazo» limpio sin importarles una higa el instrumento de combate. Zapatero reprochó a Rajoy la confrontación interna de los dirigentes populares sobre Caja Madrid y a renglón seguido el líder Popular la emprendió con Caja Castilla la Mancha y su presidente.
La protesta del presidente de la CECA acerca de las intromisiones partidistas en las Cajas: «Un esperpento… que prostituye el modelo» ha irritado a algunos de los políticos que andan en el enredo, pero está cargada de razón, ya que eso es lo que ocurre. Quizá la forma de resolver los entuertos no sea entrar en el barrillo», pero describir la realidad forma parte del tratamiento para evitar que vaya a peor.
Los dos líderes políticos han tenido una conversación privada sobre las Cajas, en la que apelaron a la responsabilidad y a una gestión profesional de los problemas con el Banco de España, que es el que sabe, como guardia de tráfico. Pero ellos mismos son los que suben a la red para repartir mandobles y agitar a sus parroquias, que luego hacen otro tanto con menos información y más imprudencia.
La opinión pública mira a otro lado y les hace poco caso. En otras épocas, comentarios como los hechos por estos políticos de boca grande hubieran provocado conmociones en las entidades de crédito. Ahora sólo despiertan asombro y rechazo.
Pero esas entidades financieras utilizadas como fuego cruzado en la política partidista tendrían que ponerse a cubierto y acelerar la toma de decisiones, ya que si dejan pudrir los procesos pueden incurrir en un riesgo de desastre sobrevenido por los acontecimientos.
Los procesos de fusión, recapitalización o saneamiento tienen que ser rápidos y eficaces, el tiempo y el exceso de exposición al sol incrementa las dificultades y conduce al desastre. Éstos son tiempos difíciles, poblados de irresponsables que pueden hacer más desastres de los imaginables. Más aun cuando los dos líderes principales se deslizan por la demagogia sin recato ni freno.
Fernando González Urbaneja