viernes, septiembre 20, 2024
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Reproches a dos bandas: la greña en el Senado

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El duro alegato del portavoz del PP al presidente por su actuación en la retirada de las tropas de Kosovo, y la inacción que a su juicio exhibe al afrontar la crisis económica y el desempleo, ha caldeado el ambiente entre aplausos y voces de los grupos. El griterío se proyectaba por la irrupción de un numeroso grupo de estudiantes al acomodarse en las tribunas para seguir el debate. Pío García Escudero le ha desgranado con aceleración un sinfín de acusaciones: «Creamos menos de la mitad de empresas que hace un año y se van destruyendo el doble que entonces, cuando usted prometía pleno empleo». Sus planes, le ha dicho el portavoz popular, son «vacíos» y sin embargo «vetan las propuestas del PP para no reflejar su soledad». Ahí estaba el aguijón. «Ya nadie va confiando en usted, señor presidente, y su vicepresidenta, descompuesta, abroncando a los subsecretarios». García Escudero no paraba: «Están (en el Gobierno) jugando al escondite inglés, quietas las manos, y quietos los pies». La cita venía a colación de su pregunta al presidente, de si creía que los miembros del Gobierno eran los idóneos para afrontar la crisis. Tras un repaso por las carteras, García Escudero le ha espetado: «Hay parálisis en usted, sólo se mueve para enfadar a Obama o a los aliados de la OTAN». La situación se superará, concluía el popular, «pero no precisamente en sus manos, señor presidente».

Zapatero ha achacado al PP no defender «ni una sola propuesta» y callar deliberadamente lo que harían en la política social. «No son capaces de decirlo públicamente», ha asegurado. También ha atribuido al PP una actitud de «chantaje», de buscar el enredo y la descalificacion; «nunca la cooperación». Aquí también han arreciado las voces entre los escaños del PP y los gestos, los sopapos en la cara y las voces de «qué papo». Voces y abucheos. Zapatero ha dejado la píldora para el final. Con tono hosco, le ha espetado: «Tengan un poco de pudor, ustedes enviaron las tropas a Iraq contra la legalidad internacional y contra Naciones Unidas». Ruido de aplausos mezclados con gritos. García Escudero se ha sentado ya junto a Javier Arenas y Dolores de Cospedal.

Tras el trance, el portavoz del PNV en el Senado, Joseba Zubía, iniciaba su turno y mostraba sus cartas. Era la hora del balance, decía, tras cinco años transcurridos, evocando los primeros momentos del «talante» de Zapatero y las promesas «imcumplidas» por el Estatuto. El discurso de Zubía se basaba en las ilusiones del «cambio» prometido por Zapatero en sus primeros momentos, concepto que ha deslizado como reverso al «cambio en Euskadi». Lo tenía fácil el senador peneuvista. En plena llaga, incidía en su relación con el PP, pero con cierta torpeza. Le ha acusado de «seguidismo» al partido de Rajoy, con intención de noquear. «Habrá tiempo en el futuro para hablar del cambio en Euskadi», avisaba, pero se despedía con un claro reproche: «Que tengan ustedes un buen viaje y algún día me lo cuentan».

No surtieron efecto ni la plasmación de la soledad del Gobierno ni la alusión a su prometido talante por el «seguidismo al PP». La acusación ha servido a Zapatero para desbaratar el discurso de Zubía. «Se me pueden criticar muchas cosas, pero hacer seguidismo del PP, honradamente, nadie me lo puede criticar». Frío de carácter y ágil de memoria, Zapatero le ha devuelto el reproche: «Me dieron crédito, pero no apoyo en la investidura», lo que «curiosamente» -ha señalado- «sí hicieron con el Gobierno del PP». Así que, ha concluido, «no les debería extrañar que ahora socialistas y populares traten de entenderse en Euskadi (…) el PNV tiene una larga experiencia de apoyo al PP».

La respuesta al senador Zubía no provocaba gritos ni aplausos entre las dos grandes bancadas. Quedaba soterrado el sobreententido. Zapatero después se relajaba en su asiento. Deliberado o no, pasó el tiempo de las preguntas y acusaciones a su ministra de Defensa con aire desenfadado mientras departía con las senadoras de su grupo de las filas de atrás. Sólo se ha recolocado cuando le tocaba el turno de respuesta a Carme Chacón.

El acuerdo en Euskadi pende de un hilo, a tenor de la tensión entre los dos grandes partidos en los otros grandes temas nacionales. Las sesiones parlamentarias se trufan de palo y de zanahoria; de acusaciones y de otros gestos. Anasagasti terminaba la faena de Zubía con Chacón: «No se me ponga usted a la defensiva, es la ministra de Defensa, no de ataque», lo que provocó la primera sonrisa de la titular del Ministerio en la sesión del Senado. Terminado su turno, Anasagasti abandonaba su escaño para salir a su encuentro y departir con ella.

Dentro, el senador socialista vasco Imanol Zubero se acercaba al escaño de Joseba Zubía. Agachado ante él, charlaron durante algunos minutos con cierta intensidad. Después, el debate sobre medicina genética, que tantas pasiones desata en otros lares, pasaba inadvertido y sus señorías aprovechaban la charla para llamadas telefónicas u otras gestiones. Tampoco en esta tarde tuvo gran éxito el tan mentado recibo de la luz, que tantos sobresaltos da. El ministro de Industria defendió el ahorro energético como un arma más eficaz que las centrales nucleares, que descarta el Gobierno. Quedaban ya pocas señorías en sus escaños. La tensión concluía. Había resultado impropia de la hora de la siesta.

Chelo Aparicio

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