jueves, noviembre 14, 2024
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La fascinación de ‘Star Trek’

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Esta semana se ha estrenado en multitud de cines de Estados Unidos una nueva versión de Star Trek, uno de los fenómenos televisivos y cinematográficos más importantes de las últimas décadas. Ha habido unos 726 episodios de las diferentes series televisivas, unos diez largometrajes (que han ingresado unos 1.200 millones de dólares) y la comercialización de sus productos ha producido ya 4.000 millones de dólares.

La paradoja es que la serie tuvo en su inicio, de 1966 a 1969, un penoso despegue, perdió dinero, se canceló y el actor principal, William Shatner, que interpretaba al capitán James T. Kirk, quedó prácticamente en el paro, vivió en un remolque, etc. La serie fue vendida, a precio de saldo, a estaciones locales de televisión y empezó paulatinamente a congregar a una audiencia fervorosa que veneraba los 79 capítulos iniciales. El éxito del filme Star Trek II: la ira del Khan garantizó la pervivencia. Se ha convertido en una mina de oro.

La serie fue concebida como mero entretenimiento, pero sus numerosos seguidores encuentran que trata convincente y amenamente temas importantes como el poder, los prejuicios, la guerra y el amor. Los estudiosos críticamente arguyen que es ciencia-ficción tratada con poco rigor, que los episodios están llenos de argumentos poco creíbles, de chistes malos y de tecnología improbable. Sin embargo, la serie ha resultado profética y «victorhuguesca» en bastantes hallazgos. El ordenador biblioteca en el que el Dr. Spock obtiene información es un adelantado de internet; Martin Cooper, el ingeniero al que se considera padre del teléfono móvil, dice que el germen de la idea de crearlo le surgió viendo un capítulo, y mucho antes de que los propietarios de un ordenador Mac metieran disquetes en sus aparatos los tripulantes de la USS Enterprise, la nave de la serie, ya hacían algo parecido para almacenar datos.

La prensa de Estados Unidos saluda globalmente la aparición de la nueva película, que es una «precuela» de la historia original, es decir, la acción se sitúa previamente a la narración conocida. La columnista Maureen Dowd, en el New York Times, compara al presidente de Estados Unidos con el doctor Spock de la serie y sueña con que Barack Spock salve a «una especie en peligro»: la prensa escrita de Estados Unidos. Un pesimista sobre el futuro de los periódicos, devoto de la serie, podría repetir una frase repetida en ella: «Toda resistencia es fútil».

Inocencio Arias

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