viernes, septiembre 20, 2024
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El debate de Zapatero y Rajoy

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Los portavoces oficiosos de la Moncloa anuncian que Zapatero llegará al debate sobre «el estado de la nación» con las manos abiertas y tendidas a Rajoy en busca de un acuerdo nacional contra la crisis económica, y añaden que en sus alforjas portará nuevas medidas sociales para el subsidio de los parados. Nada dicen los monclovitas, sin embargo, del cuerno de la abundancia que tras este debate piensan derramar sobre la financiación autonómica catalana, así como del coste en las dádivas y transferencias en competencias en favor de Cataluña -y menoscabo de los demás-, a fin de que el presidente no sufra merma alguna en el apoyo parlamentario que necesita para su permanencia en el poder. Lo que le permitiría con el voto final del debate simular una «moción de confianza» aprobada y confiar en que ya tiene favorable el camino de las elecciones europeas a las que se presentará con el discurso optimista de los «brotes verdes» del repunte económico que anuncia la vicepresidenta Elena Salgado.

Si el PP rechaza la mano tendida de Zapatero, como tendida está mañana, tarde y noche, la de Patxi López al PNV «para hacer país», Mariano Rajoy será el malo de la película del debate por no aceptar el envite o el convite de Zapatero. Además se le culpará de proponer una política antisocial, en pos del despido libre o casi libre, siguiendo la última propuesta de la CEOE de Díaz Ferrán -contrato fijo con ocho días de despido- que apoyó sin más contemplaciones la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, en contra del criterio de su partido, porque ella va a su aire y, como dice el mandatario de la patronal, es «cojonuda». Lo que no sabemos es si ello quiere decir que para la CEOE Rajoy no lo es, de la misma manera que tampoco sabemos lo que insinúa Aznar cuando afirma, desde FAES, la Fundación del PP, que él sí tiene un proyecto para salir de la crisis económica, lo que implica dos cosas: que no lo tienen ni Zapatero ni Rajoy.

Aunque el presidente del PP, que se debate entre el «fuego amigo» de los Aznar, Aguirre y CEOE, y el acoso permanente de Zapatero y de su gran multimedia audiovisual -incluido en las ayudas soterradas del Gobierno a sus amigotes y nacionalistas-, está optimista hasta el punto de afirmar que las elecciones europeas las va a ganar «de calle», subido en la ola que le dio la victoria en Galicia y parte de la tarta del País Vasco. Un manjar virtual que los populares del Basagoiti miran con la nariz pegada al escaparate de la pastelería vasca del poder. Lugar desde donde el gran cocinero López no deja de mandar equívocos mensajes al PNV y ETA: primero con la mano tendida al PNV, luego diciendo que le gustaría tener a Josu Jon Imaz en su Gobierno, además subrayando que está dispuesto a «asumir riesgos» para lograr la paz con ETA –vuelve al símil de la guerra entre ETA y España-, y finalmente diciendo que ve signos de cambio en la banda terrorista. Lo que sumado todo ello es preocupante y un tanto sorprendente porque de lo que no habla López es de que el 33 por ciento del apoyo parlamentario que sustenta el 51 por ciento de su Presidencia y Gobierno es del PP, lo que en democracia es definitivo y merecería un reconocimiento por parte del lehendakari que no se ve por parte alguna.

Mientras Zapatero insiste en su discurso social y caritativo con los pobres, Rajoy abunda en la idea de bajar los impuestos -que está a punto de subir la vicepresidenta Salgado, para paliar su despilfarro autonómico y social-, contener el gasto e invertir en obra pública productiva, y no en peonadas municipales como las de los 8.000 millones. Y falta por ver si el líder del PP hablará con claridad y contundencia de la cuestión financiera y de la urgente reforma de la ley de Cajas de Ahorro -que veta Montilla desde el Gobierno catalán-, o si aceptará en esto la mano tendida y muy secretista de Zapatero, sin ni siquiera exigir la paz política para Caja Madrid, un lugar donde Aguirre sigue haciendo de las suyas. Como queda por ver si Rajoy se ocupará del famoso «paquete catalán» que incluye la persecución del castellano en Cataluña, la refinanciación bilateral e insolidaria del Estatuto y los regalos que bajo cuerda le llegarán a la Generalitat desde el saco sin fondo de los Presupuestos del Estado, a fin de que ERC y el PSC dejen de amenazar a Zapatero en Madrid.

La tentación de Rajoy, que piensa ganar «de calle» los comicios europeos y puede que «con la gorra» las generales del 2012, puede ser la de imaginar un segundo «Pacto del Majestic» del PP con CiU, dejando de lado, o pasando de puntillas, sobre el «paquete catalán» que está y subyace en el centro del debate de la nación, porque sobre esa viga maestra se sustenta la estabilidad parlamentaria de Zapatero y puede que también la futurible de Rajoy.

Naturalmente, como telón de fondo del gran debate están las elecciones al Parlamento Europeo y el futuro inmediato de los liderazgos respectivos de Zapatero y Rajoy. Una cita que puede ser determinante o testimonial, y que irá acompasada por el ritmo trepidante de la crisis económica que para unos avanza imparable con su onda destructiva y para otros está tocando fondo y anunciando su final.

Pablo Sebastián

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