Hace sólo cuarenta y ocho horas este cronista anunciaba una mala semana para el líder de la oposición, Mariano Rajoy. Y la verdad es que ha empezado peor de lo que se esperaba. El martes en el Congreso no pudo conseguir su objetivo de dejar de nuevo aislado parlamentariamente al Gobierno en las discusiones de las noventa proposiciones de ley que se votaron como resultado del debate sobre el estado de la nación, ni el Partido Popular pudo exhibir ningún triunfo importante en la aprobación de esas resoluciones que, al final, y hay experiencia de debates anteriores, quedarán en nada, serán simplemente un canto al sol porque no se llevarán a cabo, como se ha venido denunciando en anteriores debates.
De todas formas, el Gobierno ha tenido que hacer concesiones y verdaderos equilibrios para no ser derrotado, y gracias a la «geometría variable» se ha salvado por tablas, quitándole una baza importante al Partido Popular, que había puesto su estrategia al servicio de una derrota gubernamental.
Pero si en el Parlamento no obtuvieron los resultados previstos, la mala noticia llegó horas antes, cuando se conoció la sentencia sobre el accidente del Yak-42 y la condena a unos militares que con toda seguridad recibieron órdenes del entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, aunque él lo haya negado sistemáticamente refugiándose en un intento de huir de sus responsabilidades políticas, con el argumento de que las urnas ya las han dilucidado pero ocultando que, entonces, no se sabía lo que se sabe ahora y el papel trágico que desempeñaron las autoridades de Defensa en la identificación y el traslado de los cadáveres a la capital española.
Trillo, que al parecer tenía intención anoche de presentar su dimisión como diputado, fue convencido por Rajoy de que ni era el día ni tampoco era el momento adecuado, sobre todo cuando no se sabe qué derroteros puede tomar el ‘caso Gürtel’ después de la declaración de hoy del presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, ante el Tribunal Superior de Justicia de Valencia.
Los más optimistas del Partido Popular, entre ellos el propio Rajoy, creen que el presidente valenciano, después de su declaración, puede quedar exonerado en el plazo de dos semanas, cuando el juez José Flors termine la primera ronda de interrogatorios a quienes han firmado la totalidad de los contratos concedidos a Orange Market, la empresa valenciana de la ‘trama Gürtel’.
Camps que ha utilizado todo el poder de su posición con los tres vicepresidentes de la Generalitat acompañándole hasta la puerta del Tribunal Superior de Justicia, se ha visto salvado con la aparición de una conversación grabada legalmente por la Policía en la que Álvarez Pérez, el amigo de Camps, le confiesa a Correa, antes de que comenzasen las detenciones y la ‘operación Gurtel’, que él no le había regalado ningún traje a Camps.
Probablemente, la aparición de esta grabación solicitada por el juez instructor y que los dos fiscales anticorrupción se habían negado hasta ahora que se incorporasen al sumario, es la mejor noticia que puede haber recibido Camps y, sobre todo, la mejor noticia que puede haber recibido también el propio Rajoy, que con sus sucesivos apoyos y declaraciones ha unido su futuro al del presidente valenciano, sabiendo como sabe que desde el punto de vista político, y aunque quedan dos años para las Autonómicas, la candidatura del actual presidente esta seriamente quemada y que habrá que buscar posiblemente una solución de recambio. Puede ser exonerado judicialmente, pero quedan otro tipo de responsabilidades, achacadas la mayoría a la torpeza con que ha actuado.
José Oneto