lunes, enero 20, 2025
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Copito y el Melenas

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Mientras estamos pendientes del culebrón futbolero de Kaká -dicen que el «amoroso» Berlusconi le quiere vender Kaká al Chelsea para comprarle al Manchester, con ese dinero, a Cristiano Ronaldo en beneficio del Milán, y dejar al Real Madrid a dos velas-, en la política española se nos entrecruzan imágenes de tiempos pasados confirmando, ahora que se le rinde homenaje a Miguel Ríos, que los viejos rockeros nunca mueren. Y menos aún los de la política, como lo prueba la reaparición mitinera de Felipe González, con su despeinada y abundante cabellera blanca, que bien merecería, por su aspecto, el apodo de «Copito de nieve», en alusión al desaparecido gorila blanco del Zoo de Barcelona por el que suspiraba Joan Gaspar. Un apodo que en su día fue propiedad del ex ministro de Trabajo y ex presidente del Tribunal Constitucional Jiménez de Parga, por su blanca cabellera.

Felipe ha vuelto a los mítines con energías renovadas y fiero aspecto -más que Copito, hay veces que parece King Kong-, sin perder su proverbial mala uva y olvidando sus pasadas responsabilidades políticas -que no son pocas ni menos graves- a la hora de negar a Camps o a Trillo la convalidación de las suyas en las urnas. Y aunque el ex presidente del Gobierno y del PSOE de vez en cuando le atiza un capón a Zapatero, usa su indiscutible atractivo mediático para fustigar al PP en general y a Mariano Rajoy en particular, lo que es lógico y normal.

Lo mismo viene haciendo José María Aznar con Zapatero en sus mítines de campaña electoral, luciendo su poblada melena -el terror de las nenas-, sus pulseras y modelitos de niño pijo de Madrid, con los que el guerrero iraquí se quita años, presumiendo de una melena abundante y negra zaina que, en opinión de muchos, es fruto de un teñido al carbón. A igual que hace Felipe con Zapatero, Aznar también le da capones a Rajoy y no pierde la ocasión de presentarse como el listo del PP. Por ejemplo, con su libro de soluciones a la crisis que él dice tener en su poder, negando así que las tenga Zapatero e incluso Rajoy.

La verdad, y visto el rotundo fracaso de los debates electorales entre Mayor Oreja y López Aguilar, lo que sería un espectáculo importante es que estos dos, González y Aznar, regresarán a los platós como paladines respectivos de Zapatero y Rajoy, a debatir sobre la crisis económica y sobre España en general. Y a buen seguro que más de uno se iba a llevar una sorpresa al ver que los dos se pondrían de acuerdo en muchas de las cosas que hoy separan al PSOE y al PP. Como: la financiación autonómica, la energía nuclear, la cohesión nacional, la enseñanza en Castellano y sobre la necesidad de un pacto nacional frente a la crisis y puede que, incluso, sobre un Gobierno de coalición nacional PSOE-PP, al estilo de Alemania.

Pero a ver quién es el guapo que sienta a estos dos en una misma mesa, ni siquiera para debatir. Puede que lo consiguiera el Rey -por cierto, el alcalde de Puerto Real, el tal Barroso, es un imbécil, por insultar al Rey y pensar que con agresiones de esa calaña se defiende la causa de la República-, aunque seguro que le costaría mucho más convencer a Aznar, quien, para escurrir el bulto, diría eso de por ahora «no toca, Majestad».

Y la verdad sea dicha, ni uno ni otro son tan mayores como para estar lejos del cuadrilátero político nacional. Además, visto lo que hay y lo que viene por detrás, mejor malo conocido que lo inefable actual y lo que podría estar por llegar. Además, en el PSOE no queda nadie porque se los cargó a todos Zapatero, sólo está Leire Pajín, y en el PP los que aspiran a la sucesión de Rajoy, mejor que se queden donde están. Por cierto, ¿alguien sabe dónde está el alcalde Gallardón?

Marcello

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