lunes, enero 27, 2025
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Lecturas del resultado electoral

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Si los sondeos electorales aciertan el resultado electoral del domingo será muy ajustado entre el PSOE y el PP, lo que desencadenará en la noche de las elecciones una batalla de opinión pública para adjudicarse la victoria, o minimizar la derrota. Pero digan lo que digan, unos y otros, el vencedor de la contienda será el que saque más votos, por poca que sea la diferencia e incluso en el caso de un empate en escaños. Sobre todo porque Zapatero se ha empeñado en decir que Rajoy nunca le ha ganado unas elecciones.

Desde luego si es el PSOE quien obtiene más votos, por pocos que sean, la derrota del PP será magnificada por Zapatero y amplificada por el sector de dirigentes populares y medios conservadores de la derecha que llevan años en el empeño de acabar con el liderazgo de Rajoy. Los mismos que, ante la eventualidad de una ajustada victoria del PP, por ejemplo en votos pero con empate en los escaños o con la mínima diferencia de un diputado, alzarán su voz para pedir el cambio de liderazgo del PP.

O para solicitar unas elecciones primarias en el Partido Popular para poder designar el candidato oficial a la presidencia del gobierno con vistas a las elecciones de 2012, al margen de que Rajoy siga o no en la presidencia del partido, lo que debería dirimirse en el congreso del PP previsto para 2011. Una fórmula esta, la de separar presidencia y liderazgo del partido, que se utiliza en el PNV pero que en el PP es difícil de implantar si el sucesor no está en el Congreso de los Diputados como ocurrió con Antonio Hernández Mancha, y podría volver a pasar si son Aguirre o Gallardón quienes aspiran a la cabecera del cartel electoral de 2012.

Todas estas cábalas y las intrigas internas del PP se acabarían con una neta victoria en votos y escaños de los populares. En ese caso sería Rajoy quien, sumando la victoria europea a la reciente de Galicia, asumiría la autoridad plena en el PP y podría culminar la renovación del partido iniciada durante el pasado congreso de Valencia, dejando a sus adversarios internos en mala posición. Y, por supuesto, trasladando al PSOE la inquietud interna por la derrota y el declive del liderazgo de Zapatero.

Aunque, ante la eventualidad de una victoria de Rajoy, tanto el presidente del gobierno como el ala dura y conspiradora del PP ya se han encargado de devaluar, previamente, esta posible victoria que anuncian las encuestas de los medios de comunicación (solo el CIS otorgó la victoria al PSOE), con el argumento de que la crisis económica justifica el castigo al gobierno y le obliga a los populares a una abrumadora victoria -con una diferencia de ¡diez puntos!, han dicho el diario El Mundo y la madrileña Aguirre-, lo que no resulta fácil en el bipartidismo imperfecto español, a no ser que la esperada abstención castigue de manera decisiva al PSOE.

También la guerra sucia del ‘caso Gürtel’ y los problemas internos del PP los podrían utilizar los dirigentes nacionales del Partido Popular para justificar una escasa victoria, culpando en ese caso a Mayor Oreja del resultado, por más que, todo hay que decirlo, a Mayor lo escogió Rajoy.

Pero no es solo el liderazgo de Rajoy lo que está en juego en estos comicios sino también el de Zapatero y el del gobierno que se acaba de renovar y que en caso de derrota socialista quedará desautorizado. De hecho fue Zapatero quien ha pedido a los electorales un voto de confianza para su gobierno. De manera que vamos a ver qué ocurre este domingo por la noche a sabiendas que algunos, sobre todo los perdedores, se agarrarán al famoso titular del «empate técnico», salvo que las diferencias sean muy claras y no haya sitio para especular.

Pablo Sebastián

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