Los dos países del «eje del mal», Irán y Corea del Norte, continúan acaparando la atención de Estados Unidos. Estos días los periódicos yanquis les dedican mucho más espacio que a las elecciones europeas. Y no ha sido precisamente porque hayan jugado un partido de clasificación para el Mundial de Fútbol que ha despertado pasiones entre los dos. Hay temas más preocupantes.
Irán celebra este viernes unas elecciones apasionadas cuyo resultado va influir seriamente en la política de Estados Unidos en momentos en que tiene que decidir la respuesta al desafío nuclear de iraní. Washington observa con ansia la campaña sin atreverse a proclamar que el triunfo moderado sería muy bien venido porque esto, el beso de Washington, le haría el juego al rival.
Con Corea del Norte ha subido la tensión en estas fechas. El desplante de su prueba nuclear ha sido seguido de un proceso bochornoso a dos periodistas estadounidenses que hacían un reportaje sobre el tráfico de personas en la frontera de Corea. Las jóvenes juzgadas, que trabajaban para una televisión que patrocina Al Gore, han tenido un proceso a puerta cerrada, con un abogado de oficio y sin apelación. Han sido condenadas a doce años de trabajos forzados por un delito cuya tipificación se desconoce. Los penales de Corea del Norte tienen una siniestra reputación, los reclusos trabajan 10 horas el día subalimentados y los fallecimientos son, al parecer, frecuentes.
Hay diversas conjeturas sobre por qué Corea del Norte entraría en esta nueva provocación a Estados Unidos. El régimen es de los más inhumanos del mundo, pero atraer la atención internacional en estos momentos sobre un proceso y un sistema penitenciario impresentables no puede obedecer sólo al deseo de impedir que otros periodistas se animen a hacer reportajes sobre el tráfico de personas o la situación económica angustiosa del país. Las autoridades norcoreanas deben de estar intentando utilizar a las reporteras como moneda de cambio ante las decisiones adoptadas y por adoptar por el Consejo de Seguridad de la ONU en la carrera nuclear coreana. Deben pensar que chantajeando al miembro más importante del Consejo la actitud cambiará y las medidas serán suavizadas.
Inocencio Arias