En las 24 horas que siguieron a la victoria de los Lakers el domingo pasado, el club había vendido 14 veces más camisetas que en el mismo espacio de tiempo cuando en el 2002 el club ganó también el Campeonato.
Esto refleja la locura que ciertos deportes suscitan y el dinero que mueven. Joan Laporta parece quejarse de que en la Liga española prime Don Dinero y de que un club pueda construir un gran equipo a base de talonario mientras que otro lo hace a base de planeamiento y rigor.. Es una de las frases del año.
La afirmación de Laporta tiene su gracia. El sabe mejor que nadie que ésas son las reglas del juego en España. No hay límites ni en el presupuesto de los clubes ni en las fichas. En Estados Unidos es diferente. Los Lakers, por muy míticos que sean, tienen un techo en el presupuesto. El que permite la ley allí, que sólo pueden rebasar parcialmente y pagando unos cuantiosos impuestos. Pero, sobre todo, la queja del astuto presidente culé, que sólo puede ser entendida en la explotación del victimismo catalán frente a Madrid que tan rentable encuentran muchos directivos blaugranas, tiene bastante de lágrimas de cocodrilo. Que el Numancia, el Jerez o el Tenerife, cuando están en Primera División, se quejen de que han de disputar un campeonato con un presupuesto diez veces inferior al de un grande tiene su lógica. Pero los sollozos del presidente del club con el tercer presupuesto del mundo (Real Madrid, 365 millones de euros; Manchester United, 324; Barcelona, 309; Bayern 295…) suenan un poco a chiste. ¿Es razonable presupuestar 309 millones y escandaloso, abusivo, prepotente… 365? ¿ Dónde está la raya de la corrección y de la equidad? ¿Dónde la fija el presidente del respetado y deslumbrante Barcelona? ¿Y por qué no en 100 millones?
Platini también se ha mostrado desolado por la escalada actual de compras que lidera el Madrid. Lleva razón, esto es un desmadre, pero a él también habría que hacerle un par de comentarios. ¿Se quejó la última vez que lo vendieron a él por un precio bastante elevado para la época? De otro lado, la culpa no está en Florentino, sino en los aficionados. Mientras la gente devore los productos deportivos -hoy en Los Angeles la plaza de aparcamiento en zonas adyacentes al paso de la carava de los Lakers cuesta 50 euros las cuatro horas-, mientras la televisión siga pagando… los precios seguirán subiendo. Pero los subimos nosotros.
Inocencio Arias