lunes, enero 20, 2025
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Siguen dialogando, ¿para qué?

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Las posiciones de los sindicatos y de las organizaciones empresariales se encuentran lo suficientemente enquistadas como para que, ni siquiera con el apremio de la proximidad del inicio de las vacaciones (para los que puedan gozar de ese lujo), sean capaces de llegar a algún acuerdo mínimamente presentable. Zapatero, como es lógico, quiere irse de vacaciones después de reunir al personal para hacer el posado. Los sindicatos reclaman acuerdos que en esencia suponen más gasto y posiblemente menos incentivos para buscar empleo, además de mayor protección para los que tienen empleo. Los empresarios quieren que les rebajen los costes (vía Seguridad Social, lo que también incidirá en las cuentas públicas) y que se modifique el marco normativo laboral para flexibilizar las relaciones laborales en las empresas, lo que se suele traducir en más facilidad para despedir y sobre todo menor coste, junto a la creación de un nuevo contrato, con menores garantías para los contratados.

Son planteamientos bastante discordantes. Los sindicatos no quieren dar un paso atrás en sus derechos conquistados y los empresarios pretenden un esquema laboral que permita producir con costes más bajos. El Gobierno, en su versión actual, está lógicamente más del lado de los sindicatos que de las organizaciones patronales. No es un secreto. Lo ha dicho el propio Zapatero en numerosas ocasiones: no se recortará ni un derecho de los trabajadores mientras él sea presidente.

La cuestión es que el mantenimiento del actual estado de cosas es difícilmente compatible con una mejora de la competitividad de las empresas españolas. Lo ven sobre todo los empresarios del sector industrial y quienes, desde los Gobiernos autonómicos, en especial en Cataluña, ven desangrarse día a día el tejido industrial del país, que tanto costó edificar en las décadas pasadas, sobre todo a partir de los años 70.

¿Puede seguir aspirando España a ser una potencia industrial con un marco laboral tan paternalista y rígido como el que hemos heredado del pasado, cuando hay otras muchas localizaciones industriales potencialmente más atractivas? Los hechos están diciendo a diario que no, que no es posible. Hay potencias industriales, como Francia, Alemania o Italia, por citar algunas solamente, que están soportando bastante mejor que España la presión de esta crisis sobre el sector industrial por muchos motivos, entre los cuales el hecho de que las empresas multinacionales industriales tengan sus sedes en esos países no es el menos importante. Por desgracia, España no tiene empresas industriales multinacionales, de forma que carece de medios de presión para impedir que una empresa industrial se vaya porque no le salen los números. Sólo la concesión de ayudas y subvenciones diversas permite retrasar unos años las decisiones de desinversión

El denominado diálogo social no está dando resultados posiblemente porque los tres grandes protagonistas no han tenido la oportunidad de ponerse de acuerdo, quizás ni siquiera de analizar en detalle, las verdaderas causas por las que España no cuenta con un sistema productivo de carácter competitivo. Esa carencia es la que nos ha llevado a tener en la actualidad más parados que en varios países industriales en los que la población es muy superior a la española, lo que significa que tenemos tasas de desempleo disparatadas, muy superiores a la media de los países industrializados. Y todo esto sucede cuando se empieza a discutir cómo construir un nuevo modelo de crecimiento económico que sustituya al que tanto éxito ha tenido pero que nadie piensa en resucitar. El Gobierno está a punto de sorprendernos al parecer con un plan económico de apoyo a la economía sostenible o algo parecido. Será posiblemente otro eslabón en la marcha hacia ninguna parte.

Primo González

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