El barcelonismo anda un tanto mosqueado y dividido por el ‘caso Eto’o’. Un caso abierto en plena ebullición de la campaña de fichajes de cara a la próxima temporada en la que tendrá que defender su triple corona. El Madrid, mientras tanto, se mantiene a la expectativa exultante y eufórico con su galáctica renovación por las incorporaciones de Cristiano Ronaldo, Kaká y Benzema.
El futuro del delantero camerunés es incierto, aunque todavía le resta una temporada como azulgrana. Joan Laporta ya ha cambiado de discurso. Ya no asegura que renovaría a Eto’o; Pep Guardiola, al igual que el año pasado, ha vuelto a incluirle en su ‘lista negra’ de transferibles. Y el jugador sigue haciendo su particular ‘guerra fría’ manteniéndose incomunicado a la espera de que el tiempo juegue a su favor.
El Barça no quiere a Eto’o, pero el Barça, que es lo grave, todavía no ha encontrado en el mercado el sustituto que le garantice los goles del camerunés. Y la afición culé pierde la brújula ante tantas promesas contradictorias de fichajes del delantero centro deseado -se ha hablado de Villa y Forlán después de ver cómo el Madrid le ha birlado a Benzema- procedentes de Can Barça.
Donde todo debería ser buena armonía, el ‘caso Eto’o’ debería haberse cerrado felizmente a las pocas horas de haberse suscitado el asunto de su renovación. Pero entonces, ¿dónde está el problema? Está claro que la cuestión radica en la cuestión económica. Si se queda y no renueva, la temporada que viene quedará en libertad y el club no ingresará ni un solo euro. Y para un catalán tan ejerciente como se precia de serlo Laporta, ‘la pela es la pela’. Aunque sea bueno para el Madrid.
Antonio Cubero