domingo, enero 19, 2025
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Ólvega existe

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Los lectores de algunos diarios españoles se habrán tropezado esta mañana del martes con un folleto publicitario que lleva por título «Ahora Ólvega», en cuya portada se muestra en todo su esplendor una de las elevaciones más majestuosas y peculiares de la geografía española, el Moncayo, cubierto de nieve. La apariencia resulta engañosa. No se trata de un folleto turístico que invite a los turistas ocasionales a darse una vuelta por las cumbres de esta atalaya desde la que se divisan las tierras de Castilla (Soria), La Rioja, Aragón (Zaragoza) y Navarra, uno de los enclaves posiblemente más atractivos de la geografía española, lugar de encuentro de miles de aficionados al senderismo, que cada día recorren sus interminables laderas pobladas con una exuberante vegetación.

Nadie diría que a la vera del Moncayo ha nacido una de las promociones empresariales más pintorescas de España. Ólvega fue en su día cuna de una empresa que todos conocíamos por el apellido de su propietario y por uno de sus productos más característicos, chorizos Revilla. El lugar es muy apto, por sus condiciones naturales y la altitud de sus tierras, para el secado de productos alimenticios. Allí cerca, en la vecina Agreda, también bajo el aroma del Moncayo, está la que quizás sea la mayor fábrica española de bacalao, Dimar, un secadero de notable prestigio desde el que se exporta este sabroso pescado ya tratado por los aires de la mítica montaña. En Ólvega ha habido numerosas fábricas de embutidos, pero una logró marca nacional, la de Revilla.

El impulsor de esta empresa fue Emiliano Revilla, quien había heredado de su padre la actividad productiva que está en el origen de la empresa que luego se convirtió en multinacional. En el año 1986, Revilla decidió vender la compañía por 9.000 millones de pesetas al grupo multinacional Unilever y se pasó al negocio inmobiliario. En febrero del año 1988, el empresario fue secuestrado por la organización ETA en el centro de Madrid y vivió una dura experiencia a sus 58 años de edad. Pero los largos meses en cautiverio (fue liberado en octubre de ese año) no doblegaron su personalidad. Pocos años después organizó una muestra en la que enseñó las pinturas que había pergeñado durante su forzado aislamiento. Su secuestro marcó posiblemente una época en la historia de la organización terrorista y sobre todo en la de los españoles empeñados en hacerle frente.

Para Revilla, la experiencia debió de ser determinante y sobre todo enriquecedora, porque a partir de entonces ha desarrollado una considerable hiperactividad, no sólo en Madrid, adonde se había trasladado a vivir casi de forma permanente, sino en su pueblo de toda la vida, el soriano Ólvega, una población de unos 5.000 habitantes de la que fue alcalde durante dos décadas (años 60 y 70) y a la que retornó de forma parcial hace unos años para presentarse como concejal con la pretensión, no de participar en la política activa enrolado en uno de los partidos clásicos, sino de hacer algo por su pueblo en el terreno en el que tiene su experiencia, el impulso de la actividad empresarial. Quizás sentía cierta sensación de abandono de sus paisanos. La empresa familiar, que había quedado en manos de Unilever, ha vivido una existencia quizás menos brillante de la que su principal impulsor habría deseado. Acabó en manos de Campofrío, en cuya organización funciona hoy a la perfección. Pero Revilla ha vuelto hace unos años a su pueblo para impulsar el crecimiento económico de la zona.

Los resultados, apenas siete años después de iniciada la experiencia, son espectaculares. Nadie diría que un pueblo de la irredenta provincia soriana se haya convertido en un polo de atracción de inversiones industriales y de empresas de servicios, en el que el pleno empleo es santo y seña del mercado laboral, con 40 empresas instaladas en estos últimos años y unos 2.600 empleos creados por un abanico de industrias muy diversificado, que está dando empleo no sólo a la población en alza de este municipio sino a los colindantes de las provincias de Zaragoza, La Rioja e incluso Navarra, además de la propia Soria.

La situación estratégica de Ólvega es quizás un factor decisivo, ya que se encuentra a un paso de la autopista del Ebro, un importante eje de comunicaciones que facilita la salida no sólo al resto de España sino al exterior, ya que algunas de las empresas son eminentemente exportadoras. La inversión industrial en Ólvega ha ido en aumento en los últimos años de forma que en la actualidad multiplica por dos la de hace cinco años. A las empresas industriales, de logística y de otros sectores se han unido además empresas de servicios y a finales de este año la localidad contará con un imponente hotel de seis plantas, edificación poco habitual en un pueblo de casas de planta baja en cuya semblanza sólo destacaban hasta ahora los inmensos edificios de secado de embutidos, los únicos que rompían el paisaje típicamente rural de este enclave soriano. Ólvega parece en estos momentos una especie de oasis, como si la crisis fuera cosa de otros.

Primo González

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