Hay que decirle a los mal pensados que el que el Real Madrid haya entregado a sus jugadores un manual con ocho puntos de buen comportamiento y buenos modales y haya coincidido con el regreso de Sergio Ramos al gimnasio para seguir con su recuperación después de una larga lesión y una mala racha que arranca de la pasada temporada, sumido en situaciones confusas dentro y fuera del campo, no es más que una pura y mera coincidencia.
Efectivamente, el defensa Sergio Ramos viene de pasar unos malos momentos ya no sólo profesionales por culpa de una tendinitis, sino también personales que le hicieron bajar en el rendimiento y le valieron más de un disgusto con sus directivos y con la afición.
No creo que el ‘catón’ de educación, disciplina y urbanidad impuesto por Florentino Pérez esté dirigido única y exclusivamente sólo a un determinado jugador. Además, me consta que si Florentino quisiera reprender a Sergio Ramos -se dice que el sevillano es como la ‘niña de los ojos’ del presidente-, seguro que lo haría en su despacho con un cariñoso tirón de orejas y no a través de un manifiesto público.
Los códigos internos de disciplina sólo se redactan para toda una plantilla. Y mucho más si es de gente joven, guapa y con dinero como la del Real Madrid a la que conviene resguardar de los peligros de las noches madrileñas. Y Florentino ya tomó buena nota de ello en su primera etapa en la presidencia con las ‘bodas de Ronaldo’ y otros saraos propios de la prensa rosa con sus galácticos como protagonistas.
Antonio Cubero