El Fútbol Club Barcelona y el Real Madrid respondieron a los pronósticos: ganaron sus partidos. Fernando Alonso mejoró las expectativas y fue tercero gracias a que le apretaron bien las tuercas, y Alejandro Valverde volvió a fracasar ante la cita más importante del año.
Estamos cayendo en el error de considerar que solamente Barça y Madrid pueden ganar la Liga y olvidamos al Sevilla, que a pesar de perder el primer partido en Mestalla, está dando muestras de gran poderío.
Para hacernos la ilusión de que todo no está resuelto de antemano, hay que recurrir al pesimismo de muchos seguidores madridistas que consideran experiencia fallida la nueva galaxia porque las nuevas estrellas ganan, pero no juegan bien.
Para convencernos de que todo no puede ser igual que ayer hay que considerar que la afirmación de Pepe Guardiola, de que tiene una plantilla un pelín corta, es una verdad como un templo y en tales circunstancias a su equipo se le puede considerar vulnerable.
El Madrid se está garantizando los triunfos a base de meter goles en medio partido. Jugar bien un encuentro entero no se le ha visto. Viendo la botella medio llena se puede pensar que no necesita más. Sin con ello le basta sobran las excelencias.
El Barça tiene una plantilla corta. Hasta ahora, en mi opinión, jugaba con diez dada la escasa participación de Henry. La lesión de éste no le va a resultar penalidad alguna. Lo malo es que no tiene suplente para su puesto. La cantera no da para tanto.
El domingo dio la medalla de consolación en ciclismo con la gran actuación de Purito Rodríguez, quien enmendó la nueva actuación decepcionante de Valverde. En los deportes individuales tuvimos la compensación de que Fernando Alonso, ahora empujado por Emilio Botín para correr con Ferrari, ha vuelto a subir al podio.
Y en pleno debate sobre Madrid y Barça hay que ir haciéndose a la idea, de que tal vez el Sevilla se convierta en el enemigo que cree discordia.
Julián García Candau