domingo, enero 19, 2025
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Consenso crítico sobre Irán

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A lo que se ve, la última exhibición iraní de músculo militar, con la prueba de misiles de medio y largo alcance, va a resultar a la República Islámica más cara de lo que cupo pensar. Rusia ha reconocido su sorpresa por los avances de que ha dado prueba la emergente potencia asiática en esta materia; sorprendida ahora, al igual que ignoró la existencia de una segunda planta de enriquecimiento de uranio en Qom. Rusia ni conocía esta planta ni tampoco el dominio iraní de la tecnología del combustible sólido para misiles de largo alcance. Y tanto una cosa como la otra pese a las relaciones especiales que de siempre ha tenido Moscú con el Teherán islamista, creado hace 30 años con la revolución de Jomeini.

Estados Unidos, por otra parte, considera «provocadoras» estas pruebas de fuerza hechas por los iraníes, en vísperas, precisamente, de la conferencia que van a celebrar en Ginebra, para tratar precisamente de Irán, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad -Estados Unidos, China, Rusia, Gran Bretaña y Francia- y Alemania, cuyo peso económico tiene ya, progresivamente, traducciones de peso político en los asuntos internacionales. Pero es que, además, ha pedido Washington que los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica tengan acceso inmediato a las instalaciones hasta ahora secretas de Qom, instaladas en el seno de una montaña a 160 kilómetros de la capital iraní.

Es de notar que en el grupo que se reunirá ahora en Ginebra ha sido Francia la que lleva la voz cantante, proponiendo que sea diciembre próximo la referencia límite para que el régimen de Irán aporte una señal inequívoca de que está dispuesta a colaborar para su regularización internacional en la materia regulada por el Tratado de No Proliferación Nuclear. En este sentido, la iniciativa francesa propone que, ante una respuesta negativa del Gobierno de Teherán, se apliquen sanciones cualitativamente distintas en su rigor a las actualmente vigentes por el rechazo sistemático que ha mantenido hasta el presente a las demandas internacionales de colaboración para resolver el problema iraní.

Así estaban las cosas en lo que concierne al enriquecimiento del uranio, materia específica de la conferencia de Ginebra, cuando ha sobrevenido la exhibición de fuerza con la cohetería misilística, que se aproxima el techo de los lanzamientos intercontinentales. Asunto que, como cabe advertir, presenta componentes sinérgicos de mayor significación en lo que toca al problema global iraní.

Lo que ahora comparecen son dos procesos encabalgados. La República Islámica, incuestionablemente, tiene conseguidos los umbrales críticos. Uno correspondería a la disponibilidad de uranio suficientemente enriquecido y en la adecuada cantidad para construir algún artefacto nuclear. Y el otro concierne al vector o vectores que habrían de llevar el regalo atómico a uno o varios enemigos.

Si algo faltaba para la vis dramática de la conferencia del G-6 en Ginebra, ahí está tras la exhibición de una cohetería cuya base tecnológica podría tener su origen en Corea del Norte, lo mismo que el proceso del uranio. Pero, en todo caso, nunca como ahora ha existido un clima internacional tan saturado de severidad convergente sobre Irán.

José Javaloyes

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