La candidatura olímpica de Madrid lo ha hecho todo bien. Redactó un proyecto mejor que el de las otras ciudades candidatas y en la presentación estuvo más brillante y convincente. Pero la suerte estaba echada aunque fallaron los pronósticos cuando en la primera votación cayó Chicago.
Las cuatro ciudades llevaron a Copenhague todo el prestigio posible en el campo de los dirigentes políticos. Gustaron las intervenciones del Rey don Juan Carlos, quien recordó el carácter olímpico de su familia. Estuvo firme el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero cuando calificó la candidatura de segura y fiable, además de que despejó las dudas sobre la lucha antidopaje al responder a la pregunta de un miembro del COI de como se había modificado la ley española para hacerla modélica.
Alberto Ruiz Gallardón se manifestó convincente y reafirmó la idea de que la villa olímpica seguiría siendo, tras los Juegos, propiedad del Ayuntamiento y sería destinada a viviendas para jóvenes en régimen de alquiler.
También se explicó de manera realista Esperanza Aguirre y tanto la participación del presidente del COE Alejandro Blanco como el final de la presentación con Raúl, la atleta parolímpica Teresa Perales y Mónica Coghen fue especialmente sencilla y entrañable.
El discurso fundamental para la captación de votos más o menos dudosos fue el de Juan Antonio Samaranch, quien recurrió al respeto y cariño que le tienen sus viejos compañeros para que votaran a Madrid. El presidente honorario del COI fue decisivo para que la candidatura madrileña llegara a la final.
Las casas de apuestas no daban un euro por Madrid y llegó a la final. Los pronósticos habían generado, días antes, grandes expectativas por Río de Janeiro y el discurso del presidente Lula da Silva acabó con el efecto Obama.
Obama y Estados Unidos sufrieron su primera gran derrota. Era impensable que Chicago cayera en la primera ronda. Fue más que derrota, humillación. Los miembros del COI se pasaron por la entrepierna la potencia estadounidense.
Madrid no pudo ganar porque se cumplió la teoría de que la alternancia de continentes es derecho consuetudinario. Se respeta a pesar de que una ciudad como Madrid haga méritos para que se cambie la tendencia.
Madrid lo tenía peor que en Singapur, y pese al aliento de las esperanzadoras votaciones, ganó Río. Se cambió de continente y se concedieron los Juegos de la 31 Olimpiada a un país suramericano. Por vez primera el olimpismo toma tierra en una nación de aquella zona.
Brasil es ya gran potencia económica y está en fase de crecimiento. Lo sorprendente es que sea sede olímpica en 2016 pese a que dos años antes albergará el campeonato del mundo de fútbol.
Julián García Candau