domingo, enero 19, 2025
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Contra la piratería, disuasión

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Por fin despunta una respuesta alentadora, por esperanzadora, sobre el grave asunto de la piratería en aguas del Índico, donde faena la flota atunera española junto a las de otras naciones europeas, principalmente Francia e Italia. Éstas ya han embarcado infantes de Marina en sus flotas, probablemente porque su marco legal respectivo permite hacerlo sin mayores tardanzas o complejidades.

Otro es el caso español. A la primera medida considerada, de incorporar efectivos de seguridad constituidos por tiradores, especialistas en uso de rifles de alta precisión y capaces de hacer blanco a distancias apreciables, se ha sumado ahora, en las conversaciones del Ministerio de Defensa con el sector pesquero, la consideración de un plan de mayores contundencias en la respuesta, habida cuenta de que los piratas (no «corsarios» como se está dando en decir, pues los asaltantes somalíes no tienen otra patente de corso que la de los señores de la guerra adueñados de su país, que a su vez son genuinos piratas de secano) se valen de armamento que va más de allá de los propios rifles y de los fusiles de asalto.

El empleo de cohetes, de lanzagranadas e incluso de misiles mar-mar obliga imperativamente a recurrir a personal de seguridad avezado en lides militares, con experiencia a veces en acciones de guerra, pues de esta naturaleza son los equipamientos de los piratas somalíes, ciertos de ellos curtidos en las batallas que dirime entre sí esa turbamulta de señores de la guerra en que se ha resuelto la fuerza del Estado en el Cuerno de África tras la implosión del orden en Somalia, luego de la caída de la dictadura de Barre.

Para disuadir de sus acciones predatorias a los piratas no bastan tiradores de élite ni rifles de alta precisión. Se necesitan equipos capaces, por su armamento y su experiencia, de la contundencia propia de acciones castrenses en tiempo de guerra. Los niveles de profesionalidad y competencia de este tipo de profesionales de la seguridad privada llega al extremo de que en algunos conflictos contemporáneos, como en la guerra de Iraq, hayan sido empleados por los ejércitos en menesteres subsidiarios: principalmente en el ámbito de las retaguardias, frente a la presión de la insurgencia, la guerrilla y el terrorismo.

Por otra parte, al ser de responsabilidad internacional difusa las actuaciones de la piratería y de naturaleza privada los intereses de los nacionales propietarios de la flota pesquera, la seguridad privada puede cumplir una función de primera instancia, subsidiariamente asistida, completada y resuelta, llegada el caso, por las Fuerzas Armadas. De haberse planteado así antes las cosas, tal como ahora se hace y prepara, muy probablemente no estaríamos ahora en el brete en que se está, con el Alakrana y su tripulación en manos de los piratas, sumidas en la angustia las familias de los embarcados y en una situación bien poco airosa para todos. Al fin y al cabo, siempre es mejor disuadir que reprimir o que pagar. Y a la disuasión suficiente frente a los piratas se puede llegar sin mayores dificultades por lo ahora emprendido. No es tiempo lo que sobra. A problema viejo, como la piratería, viejas respuestas con fórmulas nuevas: seguridad privada a bordo y seguridad jurídica para todos.

José Javaloyes

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