miércoles, enero 22, 2025
- Publicidad -

Un progre en La Habana

No te pierdas...

No es su biografía, desde luego, la que convierte al ministro Moratinos en un «progresista» (que es la adscripción ideológica a la que se apunta el Gobierno, incapaz de definir qué sea para sus miembros la socialdemocracia y el socialismo), y quizá por ello tiene que esforzarse más. Se ha convertido en el rostro que sonríe y la mano que se estrecha con todos los populismos latinoamericanos y el ministro que, más que ninguno de sus antecesores, prefiere la «normalización» a la defensa de un mundo mejor y a la protección de los perseguidos. Ahora en La Habana como antes en Caracas o en cualquier otro lugar. No es que España no tenga peso internacional, se trata sólo de que a la Administración española le pesan demasiado las alas para establecer una política internacional seria, por mucho que quiera ocultar su desprestigio bajo la capa del presidente Obama.

Sólo con ese caldo mental en la cabeza se puede viajar a La Habana con tales dosis de desistimiento de la dignidad de un país democrático que ya ayuda bastante a la dictadura de Castro con la disculpa de que se asiste a su población. Moratinos se ha negado, al parecer por aquello de la «plena normalidad», a entrevistarse con los disidentes cubanos, que, además de serlo, son perseguidos y detenidos arbitrariamente por la dictadura. No se le habría ocurrido ir a Tegucigalpa y ver sólo a Micheletti aduciendo la normalidad, pero en Cuba parece ser que es distinto porque así pretende demostrarnos a todos, y a sus colegas del PSOE, que él, a pesar de su pasado, es también un progresista de tomo y lomo. No puede haber «normalidad plena» con una dictadura como la cubana, tan cruel como larga en el tiempo, y un ministro español debe establecer la pretendida «normalidad» en la visualización de que se está con los perseguidos, sean éstos democristianos, socialistas u homosexuales. Pero Moratinos sólo quiere ver a Castro.

Para más deshonra, el Gobierno español acepta una y otra vez, como disculpa vergonzante, traerse en cada visita y en cada gestión uno o dos presos. ¿Vergüenza? Sí, no porque no haya que mediar por ellos y sacarlos del infierno castrista, sino por dejar a los demás sin incluso una palabra de aliento. El intercambio es falaz: yo (Moratinos) te negocio la normalidad internacional, presiono en la Unión Europea, transfiero ayudas, te reconozco legitimidad y tú, al tiempo que me das una pátina de progresista, me entregas un par de los muchos presos políticos que tengo para que vuelva con la conciencia anestesiada.

España, que va a presidir la Unión el primer semestre del próximo año, está, desgraciadamente, chantajeada en el mundo de los populismos iberoamericanos: en Venezuela, en Nicaragua, en Bolivia, en Ecuador, en la pastosa Argentina de los Kirchner, enemigos ahora, como los demás, de la libertad de prensa… Y en Cuba, como tantas veces. Moratinos, el progre, iría al Chile de Pinochet y no vería a los socialistas disidentes. Por lo de la «normalidad plena». Vamos, todo un progre.

Germán Yanke

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -