No hubo nacionalistas de las estructuras de los partidos (PNV, EA y Aralar), aunque sí acudieron otros vinculados a la empresa y a las Cámaras de Comercio. La ausencia más notable fue la de los tres ex lehendakaris (Garaikoetxea, Ardanza e Ibarretxe) y la de los actuales diputados generales de las tres provincias. Ni siquiera acudió el aperturista alcalde de Bilbao. Sí lo hicieron otros nacionalistas vinculados a la empresa, como el ex consejero José Ignacio Arrieta, el presidente de la Cámara de Comercio de Bilbao, Iñaki Irusta, entre otros.
El mal tiempo tampoco ayudó a la vistosidad del acto, que tuvo que celebrarse en el interior de Ajuria Enea, pese a que estaba todo dispuesto en los jardines del palacio presidencial. Los consejeros del Gobierno vasco hicieron de anfitriones ante los cientos de personalidades: Rodolfo Ares (consejero de Interior), Carlos Aguirre (Economía y Hacienda) y Rafael Bengoa (Sanidad) recibieron en la puerta a los invitados. Pero ni las ausencias ni el mal tiempo apagaron la ilusión por el cambio político entre los asistentes.
Hubo una presencia notable de los consejeros socialistas que formaron parte de los gobiernos de coalición con el PNV, como Ricardo González Orús (Industria), Enrique Antolín (Transporte), Martín Herrera y José Antonio Maturana (Urbanismo), José Manuel Freire (Sanidad) y Milagros García Crespo, ex presidenta del Tribunal Vasco de Cuentas. Ramón Jáuregui, que fue vicelehendakari con Ardanza, no pudo acudir al acto al coincidir con su regreso del extranjero.
Se vivió un ambiente esperanzador, pero la preparación y la propia escenificación del acto fueron discretas. En un gesto que reveló la timidez de la celebración del 30 aniversario, la televisión pública vasca, ETB, no lo retransmitió en directo, lo que sí hizo el canal 24 horas de TVE. La víspera se había producido la evidencia de la división: los nacionalistas del PNV (con los tres ex lehendakaris a la cabeza) acudieron al Árbol de Gernika para denunciar el «incumplimiento» del Estatuto y poner de manifiesto su rechazo a compartir la celebración presidida por el nuevo inquilino de Ajuria Enea.
Un vídeo histórico de la celebración de la aprobación del Estatuto en el Pabellón de la Casilla en Bilbao recreó aquel contexto y rememoró a los principales protagonistas. El acto, que precedió a la entrega de premios (al dirigente histórico e impulsor del Estatuto, Juan María Bandres, hoy recluido por enfermedad, a la deportista Edurne Pasaban y al periodista Iñaki Gabilondo y al Estado de México), tuvo una mención especial a tres políticos de la autonomía vasca asesinados por el terrorismo de ETA: Enrique Casas, Fernando Buesa y Gregorio Ordóñez.
El lehendakari López puso en valor el marco autonómico vigente, que supuso, hace treinta años, un pacto interno para la convivencia entre vascos y de éstos con el conjunto de España.
En este contexto, el lehendakari optó por el perfil más institucional. Ante la división planteada, llegó a admitir que no hará «una defensa numantina de un texto concreto», porque en política «no hay textos sagrados intocables». «No hay nada inmutable», decía, con lo que sugería la posibilidad de su reforma, en una mano tendida a los partidos nacionalistas.
También usó, aunque en sentido inverso, el concepto de Ibarretxe sobre «el derecho a decidir» de los vascos, lo que para López está garantizado en el Estatuto de Gernika.
Entre los pocos nuevos asistentes -Ajuria Enea tiró del listado anterior para cursar las invitaciones- destacó la presencia de Maite Pagazaurtundua, presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo y de los veteranos luchadores por la democracia, Vidal de Nicolás, Agustín Ibarrola y Mari Luz Bellido.
Entre saludos y canapés, el acto culminó con el Gernikako Arbola entonado por la banda de la Ertzaintza. Un himno que no logró el acuerdo con los partidos nacionalistas que aprobaron el Gora ta Gora como melodía oficial.
Chelo Aparicio