domingo, enero 19, 2025
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El peso arbitral de la cocaína

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Estaría en el orden de lo posible que fuera la información directa que le dio Roberto Micheletti a Hilary Clinton sobre la escala y/o descarga de aviones venezolanos con droga en Honduras (hasta 40 en los últimos meses), el dato determinante de la llegada a Tegucigalpa del subsecretario norteamericano de Estado, Thomas Shannon, para entrevistarse con el presidente interino en la sede presidencial, y con el depuesto presidente Zelaya en la legación de Brasil, país éste al que el Gobierno hondureño ha denunciado ante el Tribunal de La Haya por injerencia en los asuntos internos de su país. Un movimiento jurídico-diplomático que se compadece de la cruz a la raya con el propio Estatuto de la OEA, que en dos de sus artículos prohíbe taxativamente la intromisión de los países miembros en los asuntos internos de los demás componentes de la organización interamericana.

Pues bien, en la referida conversación telefónica, Micheletti pidió a la señora Clinton ayuda técnica para la detección suficiente del tráfico aéreo irregular que viola el espacio hondureño, a lo que ésta respondió, según el presidente interino, «que iba a hablar con la gente del Ejército». Es decir, devuelven desde Tegucigalpa a Caracas atenciones parejas a las que Caracas ha dispensado a Honduras con toda la trapisonda de la destitución institucional de un chavista conspicuo y converso como era el presidente Manuel Zelaya, al que presumiblemente no le molestaban tales aviones venezolanos porque estaban abanderados con el mismo pabellón de su protector venezolano.

Si como consecuencia del suceso hondureño y de los líos del caudillo bolivariano se abre en Honduras un capítulo semejante al de Colombia, con la militarización policial del tráfico aéreo, al objeto de que no sea utilizado por los comerciales de la narco-guerrilla, el chavismo todo habría hecho el peor negocio de la temporada, sin que le sirviera de compensación el petardo anticonstitucional de Nicaragua, donde el Tribunal Supremo se ha mofado de la Constitución y sentenciado a favor de la presidencia vitalicia de Daniel Ortega, que la Constitución impedía e impide.

Pero a lo que íbamos. Con la visita de Shannon a Tegucigalpa parece haber cuajado un segundo y resolutorio arbitraje de la crisis hondureña. Si con el oro se ganan las guerras, tal como Napoleón y tantos otros han dicho, con la droga pueden desatarse guerras y crisis como en Afganistán y en Colombia. Pero a la larga y a la corta la virtualidad arbitral de la «nieve» y del «caballo» acaba por volverse en contra de quien recurre a ello para sus campañas.

Todas las apariencias en el caso de ahora mismo con Honduras es que el tiro del chavismo, para hacerse con esta cuadrícula del tablero centroamericano, es un tiro que puede haberle salido por la culata. Hugo Chávez alza cada vez más la voz con Colombia por causa de las bases que Colombia comparte con Estados Unidos para hacer en su origen la guerra a la cocaína. Veremos qué dice ahora, mientras se resuelve el pleito presidencial hondureño, si Estados Unidos toma cartas en el asunto de la utilización de Honduras para el circuito de la droga en su transporte y comercio hacia el norte.

José Javaloyes

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