Florentino Pérez volvió a la presidencia del Real Madrid con el beneplácito general y sin adversarios importantes con los que luchar en las urnas. Fue aclamado porque se creyó en él y en sus promesas, la mayoría de las cuales cumplió. Tal sólo le faltó contratar al entrenador que deseaba.
La primera etapa de Florentino se caracterizó por los grandes fichajes. Creó la denominada galaxia. Hizo un gran equipo que, en principio, fue ganando títulos, hasta siete, y después entró en crisis y estuvo tres años sin catarlas.
En su regreso no escatimó esfuerzos económico alguno. En la primera presidencia salvó al club del desastre porque logró la recalificación de la Ciudad Deportiva, la gloriosa herencia de don Santiago Bernabéu, y ahora, pese a que halló una sociedad con déficit superior a los 300 millones de euros, no dudó en endeudarse más para seguir adelante con sus política de invertir para generar mayores ingresos.
La llegada de la nueva galaxia, con Cristiano Ronaldo, Kaká, Benzema, Xabi Alonso y Albiol, no está dando, de momento, el rendimiento deseado. No es líder en la Liga y ha mostrado carencias en Liga de Campeones. Para rematar fue humillado en Alcorcón.
Lo inesperado, lo más detestado, no han sido sólo las derrotas, ni la humillación ante un Segunda B, sino el desencanto que produce el equipo que ni siquiera cuando gana por goleada satisface.
El equipo ha padecido en los últimos partidos la ausencia de Cristiano Ronaldo, quien parece el aceite del candil, y ello ha agravado el disgusto por el espectáculo que se ha dado. En el Bernabéu no basta golear con un equipo sin construir, sino que se exige, además, juego excelente.
A Manuel Pellegrini le han dado una plantilla hecha, con maleducados como Guti incluidos. Pidió que continuaran Sneijder y Robben, quienes triunfan en Italia y Alemania respectivamente, y no le proporcionaron jugadores de banda, carencia que ahora se le reclama.
Pellegrini está subiendo al cadalso. Salvo indulto de última hora, su cabeza rodará. Será víctima inocente. Costumbre de la casa.
Julián García Candau