Vamos a ver si es verdad que el presidente del PP, Mariano Rajoy, se ha despertado de su letargo político y ha decidido, ante la grave crisis interna del Partido Popular, coger el toro por los cuernos y poner un poco de orden en el partido. Vamos a ver si la convocatoria urgente del Comité Nacional del PP, citado para el próximo martes, es la ocasión para demostrar que su autoridad no está en entredicho, porque hasta ahora el presidente del PP ha cogido al toro por el rabo en vez de por los cuernos y se limita a correr a su alrededor y por detrás, que es lo que ha hecho Rajoy suspendiendo a Costa de la militancia del PP y citando a Cobo a declarar, en vez de poner firmes y de una vez por todas a Aguirre y a Camps.
Hoy debíamos hablar de la gran noticia mundial del día, que no es otra que la salida de Estados Unidos del pozo de la recesión en el tercer trimestre de este año, con un crecimiento del 3,5 por ciento, lo que ha sido festejado en la Bolsa española con un gran salto hacia delante, y lo que abre expectativas favorables para toda Europa, España incluida, que viaja en el furgón de cola del tren del que tira la máquina americana y empuja Alemania, en segundo lugar, con su locomotora particular.
Sin duda, ésta es una noticia de alcance mundial y un gran triunfo para la presidencia de Obama, que recibió una catastrófica herencia de su antecesor Bush, tanto en la economía, como en el paro y en el sistema financiero de Estados Unidos, el pilar básico del capitalismo occidental. Pero ocurre que en España no hay nada más apasionante que la crisis del PP, que a fin de cuentas es una metáfora de la crisis general que embarga la vida española, empezando por el Gobierno de la nación y nuestro presidente Zapatero, otro que tal baila, y que acaba de descubrir los placeres y oropeles de la política exterior e internacional y está jugando a ser el nuevo Metternich español.
En fin, volvamos al PP, porque Rajoy acaba de fulminar a ese tonto y puede que golfo de Ricardo Costa, que tuvo la osadía de presentarse como el secretario general del PP valenciano, desoyendo los ceses de Génova, y con toda seguridad atendiendo a los guiños de Camps, por lo que fue suspendido de la militancia del PP temporalmente, y puede que definitivamente. La ira de Rojoy acaba de estallar, y eso le ha permitido decir que él no negocia con Aguirre sobre la presidencia de Caja Madrid -lo que es verdad, porque de eso se encarga Cospedal-, y además se prepara para castigar con orejas de burro a Manuel Cobo por criticar, diciendo verdad, a Esperanza Aguirre, la que sigue mofándose de Rajoy a propósito de Caja Madrid, a la espera de que a esta falsa Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas -«¡que le corten la cabeza!»- le sea servida en bandeja de plata la cabeza del vicealcalde de Madrid.
Lo de Rajoy empieza a ser dramático porque llega tan tarde a los gestos de autoridad que ahora, por bruscos, producen hilaridad. Porque los enanos se suben a las barbas -entre otras cosas desestabilizando el Ayuntamiento de Madrid-, y no sólo los enanos. A Rajoy se le empiezan a sublevar también los gigantes, empezando por José María Aznar, que no da puntada sin hilo, y que dijo ayer, como quien avisa a los navegantes, que en un partido sólo «debe haber un líder y no varios», a ver si Rajoy le recoge el mensaje y se aplica el cuento.
Pero nos ha gustado mucho más la crítica velada de Manuel Pizarro, que sí es un gigante de verdad, en lo político, económico y personal, y que sería el candidato perfecto para presidir Caja Madrid. Ha dicho Pizarro, puede que con más cortesía y amistad que puntería, que Rodrigo Rato sería un buen presidente de Caja Madrid y del Gobierno de España, lo que supone casi decir que sería mejor presidente del PP que Rajoy y mejor candidato del PP en las elecciones generales del 2012, algo que no duda nadie, pero que así dicho y en medio de la actual tormenta sobre el liderazgo del PP tiene una relevancia especial.
Y hablando de Rato, llama mucho la atención que el ex vicepresidente del Gobierno se deje utilizar como una pelota de ping pong en la batalla de Caja Madrid, sin ruborizarse y sin decir que él no está por esa labor que divide y enfrenta a su partido. Pero no, don Rodrigo quiere esa Caja, y Zapatero lo apoya porque piensa que mejor que Rato esté en la banca que en el PP.
O sea, no hay nada más apasionante -en el nivel popular y deportivo está la crisis del Real Madrid- que la crisis del Partido Popular, lo que no deja de ser dramático porque se trata del primer partido de la oposición, y el único que podría convertirse en alternativa del actual y más bien caótico Gobierno de Zapatero y de la nación.
Hoy teníamos que haber hablado de la buena nueva mundial que es la salida de Estados Unidos de la recesión, pero el PP es una perita en dulce y no la podemos desdeñar, convencidos de que espoleando a Rajoy las cosas a lo mejor se pueden arreglar. De momento ya ha puesto a Ricardo Costa de patitas en la calle, pero su asignatura pendiente sigue siendo Aguirre, que es un hueso duro de roer, clavado desde hace años en el costado del PP.
Pablo Sebastián