domingo, enero 19, 2025
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La futura moneda globalY II. Las propuestas de los BRIC

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Seguimos y terminamos hoy con el tema de la futura moneda global que iniciamos la pasada semana, resaltando la nueva y muy activa presencia en escena de Brasil, Rusia, India y China, las grandes economías emergentes que configuran el grupo llamado BRIC, cuyos miembros ya no quieren poner todos sus huevos en la misma cesta del dólar. Entre otras cosas, porque esos cuatro países, representando la quinta parte del PIB mundial, manejan una proporción mucho más elevada de las reservas acumuladas con el billete verde, nada menos que el 42 por ciento.

En el contexto indicado, a mediados de junio del 2009 y a iniciativa de Rusia, se celebró un encuentro en Ekaterinburgo -la ciudad donde los sóviets acabaron, en 1918, con toda la familia del zar Nicolás II-, en la que los más altos mandatarios de los cuatro países citados conversaron sobre cómo evitar el monopolio del dólar en sus transacciones recíprocas; en la idea de sustituirlo, al menos en parte, por sus propias monedas en las transacciones recíprocas.

Dentro del grupo BRIC, el presidente ruso, Dimitri Medvedev (con su poderoso jefe de Gobierno, Vladimir Putin, naturalmente), tuvo una visión aún más amplia, en el sentido de considerar la posible creación de un sistema supranacional de pagos. En esa dirección, el Kremlin, análogamente a los planteamientos anteriores de Pekín, a los que nos referimos en nuestra crónica del pasado jueves, insistió en que tal cosa debería hacerse siguiendo la idea del DEG; pero sin dejarse pelos en la gatera, dando a entender así que nadie está en la pretensión de arruinar el dólar, porque esa eventualidad sería un pésimo negocio para los propios BRIC.

Adicionalmente, puntualizaremos que, sin entrar aún en el crucial tema de la validez del dólar, hay una serie de cambios importantes. En el sentido, de que el FMI ha empezado a actuar como banco de bancos a escala mundial. Desde el punto y hora en que el 28 de agosto del 2009 distribuyó 250.000 millones de dólares entre los institutos emisores de un gran número de países. «Tales recursos aumentarán la liquidez de la economía mundial, completando las reservas monetarias de los Estados miembros del FMI», explicó Carolina Atkinson, portavoz del Fondo.

En el contexto hasta aquí examinado, recordaré que en la carta abierta que el autor de este artículo envió al senador Obama en febrero del 2008 -cuando todavía no se había alcanzado el punto culminante de su campaña para la presidencia de EEUU- se exponía un análisis de la situación monetaria mundial en la línea que hemos ido viendo. Ulteriormente, al arreciar la crisis, se confirmaron las tendencias que apunté en aquella misiva, con las nuevas pretensiones, ya examinadas, por parte de los BRIC.

Con todas mimbres comentadas, con ocasión del XX Aniversario de la Acción Jean Monnet, celebrado en septiembre pasado en Bruselas, presenté mi punto de vista de que la Unión Europea tiene grandes responsabilidades que asumir en el escenario monetario mundial, por algunas razones:

1. La emergencia del euro como moneda común fue una idea originariamente europea, que ha fructificado en lo que ya supone, actualmente, una senda de políticas económicas a seguir en la búsqueda de la estabilidad monetaria y financiera.

2. El euro es la consecuencia natural del proceso evolutivo de la integración europea. En ese sentido, será bueno recordar que cuando Jean Monnet visitó a Konrad Adenauer, antes de formularse la Declaración Schuman, el anciano y sabio canciller dijo a su visitante:

-Sí, Sr. Monnet, si Vd., junto con el Sr. Schuman, consiguen llevar adelante esos proyectos de integración, tal cosa comportará el final de las guerras entre Francia y Alemania.

-Sí, Sr. canciller, y además de eso, habremos puesto los cimientos para un futuro gobierno mundial -contestó Monnet.

Interpretando esas palabras en la Europa de hoy, podemos decir que la Unión Monetaria Europea no es un simple proyecto para unos cuantos países, sino un esquema con propósitos universales, que contribuirá a la paz perpetua y global entre los seres humanos.

Los problemas técnicos para crear esa moneda global ya se abordaron y resolvieron con el nacimiento del euro. Y ahora, para construir una unión monetaria a escala universal, el camino no será distinto, aunque exigirá mucho trabajo y mucho tesón. Siempre en la línea del Tratado de Maastricht, la Carta Magna del euro. En definitiva, lo que todavía no existe aún es el animus operandi, sobre todo porque EEUU se resiste a ir abandonando la idea de que su hegemonía monetaria puede ser indefinida.

Y por el momento, fin de la cuestión, esperando que el tema haya sido interesante para los lectores de ESTRELLA DIGITAL. En esa dirección, si quieren un texto más completo sobre el tema tratado en las dos entregas de este artículo, pueden solicitarlo al correo electrónico [email protected].

Ramón Tamames

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