No son muchos los análisis informativos y científicos sobre el impacto de la actual crisis económica y financiera en la agricultura; desde el punto y hora en que la mayor parte de la atención se concentra en temas como al sector bancario, desempleo, endeudamiento, etc. Y eso sucede porque la mayoría de los economistas consideraran que la llamada Área FAO (agricultura, ganadería, pesquerías y economía forestal) no es macroeconómicamente tan importante, pues en los países avanzados supone cifras entre el 1 y el 3 por ciento de la población activa, y del 1,5 al 4 por ciento del PIB.
Grahan Summers, estratega senior de la entidad OmniSas Research, insiste en esa despreocupación general; destacando «el hecho de que aparte de algunas situaciones de escasez que se produjeron por las restricciones de exportación en Asia, los temas alimentarios fueron en gran medida ignorados por los medios financieros en el 2008. No obstante las insuficiencias de stocks de alimentos, que desencadenaron serios tumultos en una treinta de países; llegándose en Egipto a ataques personales entre quienes formaban las colas para conseguir el pan escaso».
Naturalmente, la agricultura ha recibido mayor atención de algunos pocos y muy conocidos expertos. Entre ellos, el anterior comisario de la UE Franz Fischler, quien en tiempos tuvo un papel relevante en las reformas de la política agrícola común (PAC). Concretamente, sobre el trance que nos ocupa, dijo lo siguiente:
«Estamos haciendo frente a tres crisis globales. Se refiere al medio ambiente, a las finanzas, y a los alimentos. La más aguda es el actual colapso financiero, el peor desde los tiempos de la Gran Depresión. La más preocupante es la crisis alimentaria que afecta a 1.000 millones de personas este año [2009]. Y la más alarmante, el cambio climático, por su diferente y mayor escala de riesgo».
Esas tres crisis se relacionan entre si, de modo que sin una economía más estable en cuestiones alimentarias, no será fácil que se cumplan las metas del Protocolo de Kioto sobre cambio climático. Como tampoco es esperable que tenga éxito la Conferencia de Copenhague de diciembre del 2009 sobre calentamiento global si se continúa en la tendencia de los rendimientos agrícolas decrecientes. Por lo demás, en el marco financiero no hay previsiones de qué hacer frente a los retos que se presentan en cuanto a alimentación y cambios ambientales.
La anterior cita, nos conecta con la necesidad de reconocer que la agricultura es un sector altamente estratégico dentro de la economía en general, en razón a unos pocos, pero muy significativos rasgos.
– Suministra alimentos en fresco, indispensables para mantener buenos y saludables niveles de vida, siendo así como se garantiza en la mayoría de los países avanzados un buen abastecimiento de muy diferentes productos; que permiten no depender enteramente de las importaciones, previniéndose de esa forma difíciles eventualidades de vulnerabilidad.
– Proporciona materias primas a la industria alimentaria, que en general representa más del 10 por ciento del sector industrial en su conjunto; en muchos casos con cifras mayores que las industrias del automóvil o de la construcción.
– Además, actualmente, la agricultura y los demás componentes del Área FAO se relacionan, de modo creciente, con las cuestiones de la conservación del medio. Hasta el punto de que quienes integran la población rural son apreciados cada vez más como auténticos guardianes de la naturaleza.
– La agricultura -como sostiene Pau Roca, secretario de la Federación Española del Vino- se ha convertido en la cuestión crucial en las negociaciones comerciales dentro de la Organización Mundial de Comercio (OMC/WTO); por la existencia de diferentes agromodelos, lo que hace muy difícil llegar a un acuerdo en la Ronda Doha.
Todo lo hasta aquí mencionado resulta más que pertinente, especialmente cuando la Comisión Europea ya está anunciando, de hecho, que para el 2013 podría suprimirse la PAC. Entrándose para esa fecha en una renacionalización de las políticas agrarias de los 27 Estados de la UE, o los que sean para entonces. Una situación esperpéntica, que equivaldría, en EEUU, a que el Gobierno Federal de Washington DC decidiera que cada uno de los 50 Estados de la Unión pasara a tener su propia política agraria. Cosas veredes, Myo Cid.
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Ramón Tamames