sábado, enero 11, 2025
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Aplauso para Aguirre

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Hay que reconocérselo, Esperanza Aguirre, la condesa de Bombay, no se rinde y ha decidido dar un paso al frente y al mal tiempo de Caja Madrid le ha puesto buena cara y se ha llevado a Rodrigo Rato del brazo, para el día de sus presentación en la escena política/económica, anunciando su salida del armario. Al otro lado del barbilampiño don Rodrigo la condesa colocó a su pupilo derrotado en la batalla campal de la Caja, el chino I. González de la coleta blanca, a quien, supuestamente, el propio Rato le habría negado la vicepresidencia –El Mundo dixit- por la que al parecer suspira Juan Costa, candidato fallido a la presidencia del PP y hermano del secretario general valenciano, Ricardo Costa, amigo de «el bigotes» y ahora suspendido en la militancia del PP.

Por su arrogancia y su audacia, a la señora de la Puerta del Sol hay días en los que hay que decirle chapeau, como ahora por su aparición del brazo de don Rodrigo como si no hubiera pasado nada, pelillos a la mar, toda una lección de savoir faire, y saber rectificar y arropando a su vicepresidente. Porque la condesa en eso de ayudar a los suyos, y a los que la apoyan, es ejemplar, y no como su vecino el alcalde Gallardón, que trata a patadas a los que le respetan y rodean, cuando no los tira como a la cabra del campanario o por la ventana del torreón del palacio de Cibeles, como hizo con el pobre Cobo, quien imaginamos que estará arrepentido de su doble disertación, a la que le empujó su jefe y compañero del alma con el argumento de «habla tú, Manolo, que a mí me da la risa».

O sea, que vamos a tener que volver, por Navidad, a coger la mandolina y a colocarnos en la fría noche de diciembre bajo el reloj de las doce uvas de la suerte de España, para cantarle a la condesa de Bombay el villancico del pasado año: «De quién son estos palacios/ con ventanas y balcones/ serán de Esperanza Aguirre/, que tiene muchos cojones». ¡Qué le vamos a hacer!

Además y aunque don Rodrigo haya salido del armario y se vea sentado en el sillón de Blesa, Aguirrre debería conocer uno de los secretos, o motivos esenciales, por el que Rajoy, creyendo estar harto de razón, le puso el veto a I. González para su entrada en Caja Madrid (si me llama se lo cuento). La respuesta a este misterio está escondida en la locomotora del famoso tren de Navalcarnero, ese ambicioso proyecto de obra pública de la Comunidad de Madrid, que anda en problemas de presunta irregularidad, y está ligado al proyecto del aeropuerto de El Álamo, por el que suspira más de un listo, y aquí incluidos, imaginamos, amigotes y socios del ratocinto Pérez, alias don Pedro, el de la impresionante mansión.

Dice el adagio español «torres más altas cayeron». Que se lo pregunten a las hermanas gemelas de Nueva York, víctimas de la ira genial y criminal de Ben Laden. Y con más motivo, aunque sea crípticamente hablando, si esa torre de soberbia y ambición es solo de cristal y a través de ella se ven las luchas cainitas de poder entre los presuntos herederos del patrón, y se escuchan al anochecer los secretos que pronto oirá el fiscal y que viajan en el famoso tren de Navalcarnero. Mientras tanto Aguirre, ajena a la traición de la que ha sido objeto, se marca con don Rodrigo un chotis y le ofrece la mejor de sus sonrisas al que era su adversario, imaginando quizás que en la partida genovesa con el jefe del PP ella ha perdido una torre, o se la dejó coger, un gambito quizás, pero aún no ha renunciado a darle jaque mate al monarca celta de Pontevedra, cómodo Rajoy.

En política nunca se sabe lo que puede pasar. Mire usted por dónde, ahora la revista The Economist acaba de proponer a José María Aznar, al que llama «el severo», como un candidato a la presidencia de la Unión Europea. Si ello fuera así, y lo tomaran en serio Merkel y Sarkozy, a Zapatero y a Rajoy les iban a tener que administrar sales para que salieran del desmayo. Pero no parece que vaya a ocurrir, porque Aznar es más atlantista que europeísta -más incluso que Tony Blair- y lo suyo es lo de Murdoch, y no acudirá a la convención ideológica del PP, porque ¡no le han hecho sitio! al presidente de honor del partido y jefe de la fábrica ideológica del PP que es FAES.

No, si cuando decimos nosotros lo de «los crímenes de la calle Génova» y que Rajoy es como Jack el destripador, no andamos descaminados. Pero a Esperanza Aguirre no va a ser fácil ponerle el cascabel, y menos aún lo de subirla al cadalso de la Plaza de la Paja, para ponerla más alta que a don Rodrigo -con perdón- en la horca. La condesa de Bombay tiene siete vidas como los gatos de Madrid y, en realidad, ha sido ella la que ha salido del armario de don Rodrigo, con una desenvoltura y una sonrisa de aquí no ha pasado nada que daba gusto verla ante el asombro de los demás.

Por cierto, Gallardón, ¿estás ahí? No se oye nada, no responde, dicen que se fue de Copenhague a Jerusalén, que rezaba poco en misa de la Almudena, y que un día de éstos se dejará fotografiar en la cubierta de popa del Nefertiti, convencido de que el inspector Colombo, aquel de la gabardina vieja llena de manchas, ya se ha olvidado de todo y no volverá por Madrid para repetir el inolvidable almuerzo en Goizeko Wellington, que algún día te contaré.

Marcello

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